En los Pirineos, las rutas de los contrabandistas gozan de gran tirón turístico. Algo semejante sucede en las costas inglesas. En Extremadura, el tema del contrabando con Portugal, que hasta hace poco no trascendía el ámbito de las veladas familiares de invierno, empieza a ponerse de moda.

Rutas turísticas establecidas no las hay. Sólo se celebra alguna excursión esporádica en primavera como la que tiene lugar en Cedillo. El contrabando es un romántico filón a explotar. Por lo pronto, se han publicado libros tan interesantes como los de los profesores de la Uex Jiménez Melón y Eusebio Medina.

También lo audiovisual empieza a interesarse por las rutas y la vida de los contrabandistas. Dos jóvenes investigadores de Valencia de Alcántara, Cándido Flores y Manuel Moreno, han editado un CD sobre el tema con vídeos, canciones, mapas e información. En la filmoteca de Extremadura se han proyectado recientemente dos cortos sobre la vida en el fronterizo río Erjas y sobre Os macuteiros .

MUSEO DEL CAFE Algunos industriales del café de Campo Maior se han interesado en producir un gran documental sobre el contrabando del café en la raya hispanolusa. Ya hay productora, ya hay financiación y ya hay ideas. En Extremadura no existe ningún museo especializado en el tema del contrabando. En Campo Maior, sí. Se trata del museo del café, situado en la carretera de Portalegre, donde se realiza una exhaustiva exposición en torno a las rutas del contrabando.

Preparar una ruta turística del contrabando en Extremadura es tarea fácil. Hay información, anecdotario, cifras y emoción histórica suficiente para entusiasmar a cualquier viajero. La ruta podría comenzar en Higuera de Vargas. De allí partían las cuadrillas de contrabandistas a caballo, modalidad singular en Extremadura, donde el tráfico ilegal de café o telas se realizaba tradicionalmente a pie.

Un pueblo plenamente fronterizo de la ruta es Cheles. Allí se nadaba en la abundancia durante los años 40: gracias a la harina portuguesa, el pueblo surtía de pan blanco a media provincia. Se llegó a cambiar joyas por pan.

Ascendiendo por la Raya, se llega a Olivenza. Allí, en la orilla del Guadiana, en torno a Ponte Ajuda, estaba uno de los centros neurálgicos del contrabando. Una senda llamada Maloscaminos va bordeando el río y permite descubrir tres de los más importantes vados que usaban traficantes como El Lagarto, cuyo rostro abre el libro Contrabando en la raya de Portugal , de Eusebio Medina.

En Campo Maior, más arriba, estaba el centro distribuidor de café de la península. Café de contrabando que transportaban cuadrillas a sueldo de los industriales cafeteros. El pueblo es aún un emporio del café, pero sus propietarios no hurtan su pasado, sino que lo asumen y desean divulgar la historia de sus ascendientes con luces y sombras.

En este tramo se encuentran dos pueblecitos fortificados que durante siglos tuvieron su razón de ser en el contrabando. Se trata de Juromenha, cerca de Ponte Ajuda, y Ouguela, una aldea encerrada entre muros situada frente a Alburquerque. Ouguela vivía casi exclusivamente del tráfico ilícito.

Seguimos subiendo y llegamos a los pueblos gemelos de El Marco y O Marco, en la Codosera, separados por el minúsculo arroyo Abrilongo. Cruzar era muy fácil. Bastaba una pasarela de madera de dos metros en invierno. A cada lado, varias tiendas convertían el lugar en un zoco internacional que aún mantiene cierto sabor. El mismo sabor que se respira en los enclaves de Valencia de Alcántara de Las Casas de la Duda y de la Fontañera, con sus límites fronterizos tan imprecisos que ni carabineros ni guardinhas sabían a qué atenerse.

Más al norte, Ceclavín, con topónimos tan significativos como el arroyo Tabaquero, era el eje del contrabando en la zona del Tajo y el Alagón. En el pueblo se cobijaban hace 300 años personajes de fortuna y una gran cantidad de contrabandistas que llegaron a levantarse contra la Corona y la Hacienda cuando quisieron reprimir sus costumbres.

La ruta extremeña de los contrabandistas acabará forzosamente en la fronterra húmeda del río Erjas. Por allí, la capital histórica del contrabando es Valverde del Fresno. Cierta opulencia y ostentación dan a entender que en ese pueblo el dinero se mueve desde antiguo, desde que se estableció la Raya, se dictó un bando prohibiendo el comercio y las gentes de la frontera decidieron ir contra el bando e inventaron la palabra: contrabando.