TCtuando era pequeño la saliva se utilizaba para marcar territorio, para amenazar, para que los demás supieran quién era el del salivazo. Ahora se usa para intentar saber quién es uno mismo. Son dos formas distintas de armas de destrucción masiva. En Zúrich existe una empresa, se llama Igenea, a la que se puede enviar una muestra de saliva y en pocos días y por un módico precio te devuelven los resultados de un test de ADN. Estos científicos suizos te cuentan en un informe detallado de dónde vienes por parte de padre y madre, cuáles fueron los orígenes de tus antecesores, de qué pueblo procedes y quiénes son tus parientes más desconocidos por muy lejanos que te parezcan. Recuerdo que yo tenía una vecina que hubiera matado por trabajar en un laboratorio de salivazos y ADN. Siempre estaba preguntando a todo el que conocía que quién era y de dónde venía. Y en cuanto encontraba la más mínima concordancia, igualito que hacen los del ADN, ya te sacaba parientes lejanos y miserias familiares. Lo de la saliva tiene sus peligros (lo de las vecinas también). ¿Se imaginan la cara que pondría algún nacionalista vasco o catalán si en un test de estos descubriera que sus orígenes son andaluces de Sevilla o madrileños de Chamberí? Le temblaría hasta la hipótesis más tonta de la balanza fiscal. Leo la polémica suscitada por la ¿sarcástica?, y triste campaña que sobre el apadrinamiento de niños extremeños ha lanzado en su blog el concejal catalán de ICV, Lluís Suñé , y me parece un salivazo de los grandes, de los que se usan para marcar territorio, para que los demás sepan quién es el que escupe. Pero a veces, escupitajos como este te pueden salir mal, volverse contra ti y caerte de lleno en toda la cara. Eso lo saben hasta las vecinas de los científicos de Zúrich.