TDte pequeño me imaginaba que para ser ministro tenías que ser una eminencia en la materia. Pensaba que la cartera de Interior la llevaría un experto policial, la de Agricultura una ingeniera en la materia y la de Sanidad algún médico con experiencia en gestión hospitalaria. Después me dijeron que no, que no era necesario y que los altos cargos están para trazar las líneas políticas sin necesidad de ser técnico en la materia. Será por eso que un físico como Sancho Rof soltó aquello del bichito de la colza y, en cambio, un economista como Ernest Lluch instauró la asistencia sanitaria universal. Luego me volvieron a asaltar las dudas, allá por el año 1996, cuando Pilar del Castillo rechazó una cartera de Medio Ambiente alegando no tener ni idea del tema. Esa tarea la asumió Isabel Tocino , que tenía menos idea que su compañera pero también menos vergüenza. La admiración por Pilar del Castillo se me desvaneció aquel día del año 2000 en que asumió su cartera de Educación, asunto en el que demostró tener la misma incompetencia que había manifestado anteriormente sobre la fauna y la naturaleza. Hace poco nos cambian unos cuantos ministros, quitan a un científico de Sanidad para poner a una jurista y la cultura cae en manos de alguien que ha estudiado Filología Clásica. Así que uno no sabe si merece la pena que nos lean el curriculum de un nuevo nombramiento, porque la eficacia y el saber estar de un político no dependen de la profesión que haya ejercido. Prueba de ello es que el concejal de Hacienda de Badajoz, siendo profesor de Economía, no tiene todavía los presupuestos de este año. A finales de abril.