En Nueva Orleans, el mayor núcleo urbano de EEUU amenazado por el huracán Iván , el alcalde, Ray Nagin, realizó la primera llamada oficial el lunes. "Es una tormenta de categoría 4 (la segunda más alta). Tenemos 24 horas para prepararnos. Recomendamos la evacuación voluntaria". El martes sus palabras fueron más alarmantes. "La oportunidad de abandonar la ciudad se está agotando. Si pueden evacuar, hagánlo, por favor". El mensaje, emitido en radios y televisiones, fue el pistoletazo para el inicio de una operación salida que supone un gran reto para una ciudad en cuya área metropolitana viven 1,5 millones de personas.

La geografía de Nueva Orleans, la mayor ciudad del país bajo el nivel del mar, dificulta las cosas. Atrapada entre la desembocadura del río Misisipí y el lago Pontchartrain, la urbe tiene como principal vía de salida una sola autopista, la Interestatal 10. "El problema es que el agua hace muy cara la construcción; hay canales que impiden la continuidad de las carreteras y no hay muchas rutas alternativas", explicaba Steven Strength, jefe de ingenieros de Luisiana.

Trayecto dificultoso

Así, en la I-10, el éxodo se hizo agonizantemente lento. "Lo que normalmente es un trayecto de 10 minutos nos ha costado hora y media", constataba Claire Loch, una de las habitantes que optaron por huir por carretera. Y eso pese a que las autoridades habían puesto en marcha un plan de emergencia diseñado en 1998 ante el huracán George , que dispuso siete carriles de la autopista para salir.

El aire, que fue una opción de escape el martes, ya no era una posibilidad ayer y ninguna de las 17 compañías que operan en el aeropuerto Armstrong planeaban volar. "Ninguna aerolínea va a dejar un avión de 100 millones de dólares en tierra con el tiempo que esperamos", explicaba la portavoz del aeropuerto, Michelle Duffourc. La previsión era que el Iván llegara hoy a la costa sur de EEUU, con vientos de hasta 225 kilómetros por hora y mucha agua. Al estar bajo el nivel del mal y entre el río y el lago, en Nueva Orleans el riesgo de inundaciones es mayor. En 1965, cuando sufrió el azote del Betsy , partes de la ciudad quedaron sumergidas bajo dos metros de agua. 74 personas murieron entonces.

Si quienes abandonaban Nueva Orleans en sus coches se enfrentaban a la agonía del punto muerto, peores eran las expectativas para los 100.000 habitantes que dependen del transporte público. "Dicen que evacuemos, pero no dicen cómo debemos hacerlo", lamentaba Latonya Hill, una mujer de 57 años. "No tengo dónde ir y, si lo tuviera, no tendría forma de llegar". Otro de los problemas es que hasta ayer no había refugios públicos.