Las sierras de San Serván y Alange permanecen como elevaciones cuarcíticas concordantes con pizarras silíceas en estratos superiores muy erosionadas. Siguiendo la tónica de las sierras extremeñas, estos afloramientos son los rescoldos del enorme plegamiento que afectó al oeste de la península ibérica durante la era primaria en la denominada orogenia hercínica. Intensamente erosionada por los agentes geológicos durante la era secundaria, sufre un arrasamiento de toda su superficie, siendo de nuevo rejuvenecida por la orogenia alpina. La sierra de San Serván permanece como un gran anticlinal con eje NE/SO cuyo flanco norte mira hacia Calamonte y el flanco Sur hacia Arroyo de San Serván.

Desde su cima más alta (610 metros) se otean vastas extensiones con un paisaje eminentemente agrícola; el juego de este paisaje humanizado y los afloramientos rocosos singulares hacen que las sierras acaparen un apreciable valor natural.

En las zonas más altas, las encinas y alcornoques resaltan su silueta como centinelas que divisan hacia el norte las tierras de Calamonte, Mérida y Cornalvo; hacia el sur se extiende el embalse de Alange y la arcillosa Tierra de Barros; el oeste es ocupado por la amplia Vega Baja del Guadiana. Así enlazan en la lejanía los contornos del castillo de Alange con el de Feria o con la población de la vecina Elvas portuguesa.

Conservan las sierras un carácter agreste y rudo marcado por la dureza de las cuarcitas, la verticalidad de sus paredes en determinadas zonas y las resbaladizas pedrizas resultantes de la erosión cuarcítica. Este carácter se agrava en la época de estiaje como consecuencia de la escasez de lluvia durante la primavera tardía y el verano. Sin cursos de agua superficiales que sacien la vegetación, el paisaje se dora en los pastizales de las cotas más bajas, únicamente interrumpido por el verdor estoico de las jaras, encinas y alcornoques, situadas en cotas superiores. Sin embargo, el roquedo esconde una diversidad de fauna y de flora que luce sus mejores galas en el otoño y primavera: una explosión que data desde los periodos más antiguos en la historia de la Tierra; así se conservan fósiles marinos: moluscos fosilizados en el antiguo mar que cubría las actuales tierras extremeñas; estos fósiles pueden observarse en la ladera de la solana de la sierra de San Serván.

Estos parajes fueron utilizados como zonas fecundas de caza por los habitantes prehistóricos; así magníficas pinturas fechadas con una antigüedad de entre 2000 a 600 años a. C. quedan grabadas en la sierra de Alange, en el abrigo de la calderita o en la sierra de Arroyo, en los 19 abrigos datados en su cara suroeste.

Actualmente el roquedo deleita a las poblaciones que cobija en sus laderas con una vasta población de matorrales, entre los que se encuentran la jara pringosa, jaguarzo, retama, genista, torvisco, rusco, labiérnago, lentisco... Este matorral da cobijo a una florida población de herbáceas: tomillo, romero, mejorana, lavándulas, mentas y matagallos.

Los estratos vegetales superiores están ocupados por especies como la encina, alcornoque, madroño, acebuche y enebro. En el roquedo hay que destacar la dedalera y el geranio de roca. Sobre esta comunidad vegetal se asientan poblaciones animales de anfibios, reptiles como las culebras de herradura y de escalera, víbora hocicuda, lagartija colilarga o el lagarto ocelado. En aves son abundantes los paseriformes junto con cernícalos y búhos reales, compartiendo cielo con milanos, águilas como la perdicera, real, calzada, ratoneros y carroñeras como el alimoche.

PROBLEMATICA AMBIENTAL

Resulta preocupante la pérdida progresiva de hábitats, debido a la intensificación de las labores agrícolas, con plantaciones de viñedos en cotas cada vez más elevadas, unido a la construcción de segundas residencias, por lo común ilegales, en zonas no urbanizables y a la mayor presión de la actividad industrial (polígonos industriales y vertederos). De forma simultánea, se asiste al impacto irreversible provocado por la construcción de vías de comunicación (autovía de la plata), apertura de pistas y proliferación de antenas de comunicación y grandes torretas eléctricas de alta tensión, todo ello facilitado por la modificación placentera de las normas subsidiarias de planeamiento urbanístico de los ayuntamientos afectados.