TGtracias al Womad, recordamos que los extranjeros se ponen calcetines cuando calzan sandalias y nos sentimos elegantes y distintos: podrá triunfar la globalización y es cierto que desde Tokio hasta París todo el mundo viste ya pantalones pirata, pero en Extremadura aún nos mantenemos inasequibles a la horterada manifiesta de las sandalias con calcetines. Que las extranjeras teñidas de azul y los extranjeros con coleta y alfileres en la nariz anden descalzos tiene un pase. Que haya malabaristas que viven en compañía de siete perros callejeros se disculpa... Al fin y al cabo, son malabaristas. Pero que un guiri canoso y cabal se ponga unos calcetines de lana y camine con sandalias de cuero... Eso no, hasta ahí podíamos llegar. Pero nos equivocamos: sólo el día en que seamos capaces de entregarnos a la comodidad del calcetín y el calzado abierto podremos presumir de haber entrado en Europa.

El viernes, sábado y domingo de la semana próxima, Madrid celebrará su primer Womad. Se anuncia como el acontecimiento estrella de las fiestas de San Isidro. Pero para disfrutar de tanta novedad, los madrileños habrán de pagar 10 euros cada día o 20 euros en taquilla (18 en venta anticipada) por un bono para todo el festival. En Cáceres, como el Womad es gratis y lleva ya tantos años, no lo valoramos y nos creemos unos modernos de aúpa y unos womeros de pro, pero no es verdad. Todavía nos pueden los atavismos: somos capaces de disfrazarnos de hippies, pero aún nos da grima la comodidad europea y desinhibida de las sandalias con calcetines.