La sangre de San Genaro, patrón de Nápoles, se licuó ayer una vez más para regocijo de toda una ciudad, que ve en el cumplimiento de esta tradición un augurio de buena fortuna.

A las 9.55 hora local (7.55 GMT), el cardenal de Nápoles, arzobispo Michele Giordano, anunció el "milagro" a los miles de fieles que abarrotaban el templo catedralicio napolitano en la festividad de su santo patrón.

La nueva, acompañada por la habitual agitación de un pañuelo blanco desde el altar por parte del diputado de la capilla del tesoro, fue recibida con una vieja costumbre recuperada este año, veintiún cañonazos disparados desde el famoso castillo local dell´Ovo.

En presencia de la alcaldesa, Rosa Ruso Jervolino, y el presidente de la región de Campania, Antonio Bassolino, el cardenal Giordano recordó en la plegarias previas a la licuación de la sangre a las víctimas de la escuela de Beslán y criticó abiertamente el aborto y la manipulación genética.

También anuncio el arzobispo que el próximo mes de septiembre se celebrará un congreso dedicado a San Genaro y su culto.