Faltan cinco meses para acabar el año, pero es seguro que el papa Benedicto XVI guardará un recuerdo aciago del 2010. Primero fue la crisis de la pederastia, y ahora, las finanzas. La Santa Sede informó ayer de que concluyó el 2009 con pérdidas de 4,1 millones de euros, mientras que el Estado del Vaticano cerró con un saldo negativo de 7,8 millones. La diferencia de los cómputos radica en que el primero incluye los ministerios eclesiásticos y las nunciaturas por todo el mundo.

La Prefectura de Asuntos Económicos precisó que los ingresos de la Santa Sede fueron de 250,18 millones, y los gastos, de 254,24 millones. Ello supone un aumento de las pérdidas de más de tres millones euros respecto del balance del 2008.

Mejor evolución registró la administración del Vaticano, el llamado Governatorato , que sigue en números rojos, pero redujo sus pérdidas a casi ocho millones, frente a los 15 millones del año anterior.

En estos resultados negativos influyó también la crisis económica mundial, así como las obras de restauración del patrimonio artístico y los gastos de las oficinas del Estado del Vaticano y de la Santa Sede, en las que trabajan más de 4.000 personas, entre laicos y religiosos. Además, según monseñor Velasio de Paolis, ministro de Economía de la Santa Sede y recién nombrado comisario pontificio en los Legionarios de Cristo, han sido "relevantes" los costes de seguridad en el Vaticano, los pagos de las pensiones de los más de 4.500 exfuncionarios y los trabajos de reforma de la Biblioteca Apostólica Vaticana, que volverá a abrir en septiembre.