Cuando ya creíamos que Sara Montiel había agotado el filón de las sorpresas, nos sale ahora con que, de niña, no sólo conoció al poeta Miguel Hernández, sino que, además, le llevó "embutidos, pollo y tortilla" a la cárcel de Orihuela. Lo publica esta semana la revista Qué me dices, en donde la veterana actriz y cantante despliega tal cantidad de delirios que serían para tomárselos a risa sino fuera porque abusa de la memoria del ilustre poeta.

Dice Sara que el autor de Nanas de la cebolla era amigo de su padre quien, a la sazón, tenía un bar en Orihuela. Lo alucinante es que la Montiel asegura que esa relación se desarrolló en los años 30 y 40, obviando la guerra, la posguerra y, sobre todo, la persecución a la que fue sometido Miguel Hernández.

Para acabarlo de arreglar, la veterana artista sostiene que, cuando nadie conocía la obra del poeta, ella ya era una gran admiradora, ya que el mismísimo Miguel le recitaba sus poemas. Sara, que hasta hace poco aseguraba no haber aprendido a leer y escribir hasta los 19 años, dice ahora que, de niña, se hizo adicta a la poesía de Hernández. Tanto que, al enterarse de su encarcelamiento en Orihuela, pidió a su padre que la acompañase a verlo a la prisión para llevarle "embutidos, pollo y tortilla".

Según la versión de Sara, padre e hija vieron al poeta y le abrazaron cuando Hernández, casualmente, salía esposado del recinto carcelario y, además, le dieron un cigarro.

Sara Montiel, que ya se inventó un idilio con León Felipe y otro con Severo Ochoa, ahora tiene delirios de grandeza con el poeta Miguel Hernández. A este paso pronto saldrá a relucir hasta lo suyo con Lope de Vega.