La humedad del suelo y la sal de los océanos. Hacer una radiografía de ambas es el cometido del satélite SMOS , lanzado ayer con éxito por la Agencia Espacial Europea (ESA) desde la base rusa de Plesetsk, en una misión que permitirá calibrar, entre otras cosas, cómo está evolucionando el cambio climático. Dentro de seis meses, los expertos esperan que las imágenes y los datos recibidos desde el SMOS --dotado con tecnología desarrollada en Cataluña-- ayuden a elaborar los primeros mapas sobre la salinidad de las aguas y la humedad en las capas superficiales terrestres. A partir de ahí, se podrán mejorar las predicciones meteorológicas, las previsiones de cosecha y la disponibilidad de agua.

El SMOS (Soil Moisture and Ocean Salinity) tiene un radiómetro de 72 sensores, concebido por la Universidad Politécnica de Cataluña y fabricado por Mier. El proyecto, que ha supuesto una inversión de más de 300 millones de euros y más de 20 años de colaboración entre España y Francia, cuenta con el oceanógrafo Jordi Font como colíder científico.

El grueso de la construcción del satélite ha corrido a cargo de la madrileña EADS-Casa, con la participación de las empresas Rymsa, Sener y GMV. España se encargará de recoger y procesar los datos que envíe el SMOS desde la estación que la ESA tiene en Villafranca del Castillo (Madrid). Francia aporta 100 millones de euros, el esqueleto del satélite y el sistema que permite controlar sus movimientos.

MICROONDAS El SMOS analizará la radiación natural de microondas que emiten el suelo y el mar. Analizar la cantidad de agua de la superficie ayudará a distintos países a gestionar sus recursos acuíferos y a predecir los riesgos de incendios, las variaciones del clima y la posibilidad de plagas agrícolas.

En sus cinco años de vida útil, el SMOS generará "fotografías" que beneficiarán a meteorólogos, marinos, agricultores, pescadores y agencias de gestión hidráulica. "Con él esperamos tener un mapa completo de la Tierra cada tres días", explicaba hace unos días Font.