Se cerró la que ha sido una muy buena feria en el plano artístico. Un serial en el que han embestidos muchos toros y se han visto faenas para el recuerdo. Ayer, sin embargo y a pesar de la salida a hombros de Castella, el triunfo fue menor, porque la segunda oreja que paseó el diestro francés nos pareció excesiva.

La corrida de Zalduendo no ayudó. Fue muy baja de casta salvo el buen quinto. A ese toro le hizo Sebastián Castella su faena archirepetida, como a piñón fijo: quietud, verticalidad y aguante sí. Pero a veces sin excesiva limpieza y, sobre todo, sin argumento, abusando del toreo de cercanías, que debe de ser un recurso pero que cuando se convierte en un fin en sí mismo aburre y nos lleva a pensar que esa emoción artificiosa lo es para tapar otras carencias, principalmente estéticas.

A ese buen zalduendo le hizo un buen quite a la verónica y ahí descubrió Castella su buen fondo. Javier Ambel, que había lidiado soberanamente bien con ausencia de capotazos innecesarios al primero del francés, le clavó dos pares clamorosos, el segundo muy esperado por el público.

Inició Castella la faena por alto aliviando al toro, pero rápido llegó lo incongruente: un trincherazo por bajo de innecesario castigo. Después se sacó al animal a los medios y una a una cuajó tres buenas tandas en redondo con al diestra, administrando tiempos, y otra al natural.

Y después lo ya dicho, esos circulares y desplantes que en cuanto a planteamiento rompían con lo anterior. Antes tuvo un segundo toro muy parado de imposible lucimiento.

Ponce cortó una oreja al que abrió la corrida, tan noble como justo de todo. Pero sabio el valenciano, al blando lo fue asentando y al también manso lo fue encelando. A media altura y con tiempos le cuajó series bellas por ambas manos. El cuarto fue un toro deslucido porque siempre embistió sin clase y con la cara descolocada, e incluso por el pitón izquierdo tenía media embestida.

Cayetano era el tercero y estuvo francamente bien. La oreja del tercero se la arrancó pues ese animal decía muy poco. Brilló en la brega Joselito Rus e inició la faena por abajo con un cierto sentido estético. Después se puso en el sitio y ayudó al toro de Fernando Domecq a ir hacia delante. Tiraba del burel y cabe decir que estuvo por encima.

El sexto apuntó genio por el pitón derecho pero Cayetano dio con la tecla del izquierdo, por el que construyó toda la faena. Los naturales algunos tenían desgarro, corriendo la mano y jugando la cintura, con el colofón de unos naturales muy bellos de frente a pies juntos. Si hubiera matado a la primera habría salido a hombros.

Final de una feria bien orientada, con ganaderías en buen momento, aunque la de ayer no embistiera, y carteles de toreros muy rematados en lo que son los días grandes. Y además, oportunidades para los toreros de la tierra, los consagrados, los que luchan por abrirse camino, y los noveles, los cueles nos dieron una gran alegría.