Posiblemente este no sea el mejor momento --hay tres vidas en juego y la prioridad es que todo termine con un final feliz--, pero ya han empezado a surgir algunas voces llamando al debate, a la reflexión. El secuestro en Mauritania de tres voluntarios de la caravana de la organización Barcelona Acció Solidària (BAS) ha sembrado dudas sobre el modelo de cooperación occidental con los países más pobres y ha creado inquietud sobre la situación en que quedarán las oenegés que llevan años desplegando proyectos en el país norteafricano. ¿Cómo encaja su actividad con la de las caravanas solidarias? ¿Son complementarias? O, al contrario, ¿acaban resultando estas expediciones contraproducentes para quienes trabajan a medio y largo plazo?

Allá, en Mauritania, no hay psicosis, pero sí mucha preocupación. El colectivo humanitario en Nuakchot, donde el secuestro de los tres catalanes está en boca de todos, mira con recelo a su alrededor. "Si dejáramos de cooperar, ¿qué pueden hacer ellos?", pregunta Abdallahi Camara, miembro de la oenegé catalana Món-3, señalando las imágenes colgadas en la agrietada pared de su sede. Se ve a grupos de mujeres cosechando, otras aprendiendo a recolectar tomates. Los hombres, trabajando el arroz. Esta oenegé apoya a las escuelas para preparar mano de obra agrícola cualificada.

MALA SUERTE Para Juan Peña, director de la Agencia Española de Coo-peración Internacional (AECI), el secuestro fue una "sorpresa", porque por esa larga carretera que cruza el país viajan al año cientos de caravanas con el mismo espíritu de solidaridad y "jamás había ocurrido nada". "La mala suerte", lo llaman otros cooperantes. No todos ellos creen en la ayuda humanitaria a golpe de donaciones porque el desarrollo es un trabajo a largo plazo, pero "eso no quiere decir que haya que dejar de valorar la iniciativa de un grupo de personas que desea repartir puntualmente prosperidad en Africa", defiende Peña.

"La gente se confunde y a veces no distingue que la cooperación transformadora, la que llevamos a cabo algunas oenegés, no es caridad", resume Lourdes Mourelo, responsable de Voluntariado y Sensibilización en Catalunya de Ayuda en Acción. La entidad, que trabaja en países del Tercer Mundo desde 1981, no pone objeciones a las caravanas solidarias --quizá porque no es el momento--,pero sí es partidaria de abrir, aunque sea más adelante, un debate de fondo sobre el asunto. "Las propias oenegés hemos evolucionado, hemos cambiado mucho en los últimos 20 años. Ahora trabajamos con socios locales, con gente del país, que es corresponsable de los proyectos", explica Mourelo.

"Cuanto menos materiales les llevemos desde aquí, más se incentivará, por ejemplo, el comercio en aquellos países", agrega Montse Vallmitjana, presidenta de la entidad Aigua per al Sahel, que lleva 18 años construyendo pozos en la zona del secuestro.

SIN NOVEDADES Alicia Gámez, Albert Vilalta y Roque Pascual... Por enésima vez, la gente se pregunta: "¿Novedades?". En vilo se mantiene toda una sociedad al cumplirse casi diez días del secuestro sin ninguna pista sobre el paradero de los españoles salvo los rumores que crean todavía más incertidumbre. "Soy optimista. Creo que las cosas se están moviendo, pero si esta semana no se sabe nada es porque irá para largo", asegura Salah Eddine Ould Bechir, delegado en Nuadibú de Acció Solidaria. En su buzón de correo recibe el mensaje de un médico que recogió medicamentos de la caravana un día antes del asalto: "No nos detendremos por la acción de cuatro radicales. ¡Animo!", reza.

A Sebastián Benotti, jefe de la delegación de la Asamblea de Cooperación por la Paz (ACPP), y el resto de integrantes del colectivo el secuestro les ha hecho encender la luz de alarma y acatar, ahora más que nunca, las recomendaciones de seguridad de la embajada española.