Bebés que mueren ahogados junto a sus madres. Ese es el nuevo horror generado por el drama de la inmigración que se vive en el Estrecho de Gibraltar y que, en su último latigazo, ha dejado 12 fallecidos: seis mujeres y seis niños de menos de 2 años y medio. La tragedia se produjo a la una de la madrugada del lunes, cuando una lancha neumática cargada con 91 inmigrantes, entre ellos unas 40 mujeres y al menos 13 bebés, zarpó de la playa de Sidi Kankush, 20 kilómetros al este de Tánger, con destino a la costa española.

Pocos minutos después, una ola hizo naufragar a la embarcación, que iba sobrecargada. La zódiac, de siete metros de eslora y diseñada para transportar a unas 10 personas, llevaba a bordo nueve veces su capacidad. El naufragio se produjo en aguas cercanas a la costa, en una zona rocosa de aguas poco profundas, lo que permitió que 79 inmigrantes pudieran llegar a nado.

UN OLA VOLCO LA PATERA "La embarcación estaba muy cargada y una ola nos hizo volcar", explica un senegalés, que sobrevivió al naufragio.

"Estábamos --recuerda-- cerca de la costa, por eso la mayoría alcanzamos fácilmente la orilla. Sin embargo, varios bebés habían caído al agua al escapárseles a sus madres de las manos cuando volcó la zódiac y habían desaparecido. Varias de las mujeres se ahogaron mientras buscaban como locas a sus hijos".

De los 79 supervivientes, 64 son subsaharianos y 15 marroquís. Entre los procedentes del Africa subsahariana hay siete bebés y una treintena de mujeres, de las cuales al menos hay dos que están embarazadas.

Nunca antes habían fallecido tantos niños en un naufragio de inmigrantes en el Estrecho. La creciente presencia de mujeres con hijos pequeños entre los inmigrantes se debe a que muchas de ellas han sido víctimas de violaciones u obligadas a ejercer la prostitución durante el viaje desde sus países de origen.