La esperanza para todos los países pobres afectados por la malaria se halla 80 kilómetros al norte de Maputo, la capital de Mozambique.

En la localidad de Manhi§a, pobre de solemnidad, un ensayo dirigido por el epidemiólogo español Pedro Alonso, del Hospital Clínic de Barcelona, acaba de poner a prueba con resultados prometedores una vacuna contra la malaria. "No lanzamos las campanas al vuelo, pero el ensayo demuestra que podemos vencer a la enfermedad", explica. Todos las pruebas anteriores habían fracasado.

Manhi§a tiene 30.000 habitantes. Apenas hay edificios, sino sólo una sucesión de chabolas de adobe enclavadas entre la abundante vegetación. Llueve mucho y hace mucho calor, un ambiente ideal para que en los terrenos fangosos y en las numerosas charcas críe a sus anchas el mosquito anófeles, el vector transmisor de la malaria. De hecho, Mozambique es uno de los países con mayor prevalencia de la enfermedad, con al menos dos millones de casos o episodios de malaria anuales sobre una población total de 19 millones de habitantes.

En Manhi§a trabajan desde hace años, más o menos de forma permanente, una veintena de investigadores españoles, buena parte catalanes. Son cirujanos, microbiólogos, enfermeros, epidemiólogos, psicólogos... El tratamiento de la malaria es uno de sus objetivos esenciales, pero entre sus quehaceres diarios menudean también el sida, la tuberculosis, la diarrea y el sarampión. Todos trabajan en el Centro de Investigación de Salud de Manhi§a (CISM), un moderno instituto dependiente de la Fundación Clínic (Hospital Clínic-Universitat de Barcelona) y financiado de la Agencia Española de Cooperación. Su director científico es el madrileño Pedro Alonso, de 45 años, especialista en enfermedades tropicales. Anteriormente también trabajó en Gambia y Tanzania.

Aunque la reina Sofía lo inauguró oficialmente en 1998, las instalaciones del CISM ya funcionaban desde dos años antes. Desde entonces ha crecido mucho. Los trabajadores son hoy en día más de 200, la mayoría médicos locales formados al amparo del Clínic, otros de los objetivos de la fundación hospitalaria. "Esto es esencial para que Mozambique pueda luchar en un futuro contra la enfermedad", insiste.

Cada día llegan 200 niños enfermos, muchos desnutridos, y "el 65% tienen malaria", recuerda el investigador madrileño. Muchos morirán, quizá uno de cada cuatro. En medio de tanta pobreza, el CISM destaca por sus condiciones asépticas y su aire acondicionado.

La ayuda de Microsoft

El espaldarazo del presidente de Microsoft fue esencial para poder desarrollar y administrar la nueva vacuna experimental. De hecho, el laboratorio farmacéutico GlaxoSmithKline (GSK), creador de la vacuna, empezó a trabajar en ella hace 15 años, pero estuvo a punto de abandonarla recientemente por falta de dinero e interés.

A principios de los 90, Alonso colaboró estrechamente con el investigador colombiano Manuel Patarroyo, creador de una prometedora --aunque fallida-- vacuna sintética. Pero se acabaron los fondos y no pudo seguir los trabajos.