Esfuerzo. Esa palabra que se ha instalado en la espalda y en el bolsillo de muchos españoles y en la boca de muchos políticos que sólo saben pregonarlo, pero ellos no son precisamente el paradigma del sacrificio. Un amante de este término es el ministro Wert que pretende con su polémica reforma vincular el esfuerzo con las becas. Esfuerzo y educación. Sin duda, un gran binomio. Pero empecemos por usted, señor Wert. Debería predicar con el ejemplo si exige un 6,5 para acceder a una beca. También habla de equidad así que seamos todos iguales. Si a usted la ciudadanía no le pone esa nota tendría que esforzarse más e incluso abandonar el ejercicio político porque seguramente usted tampoco está bien encaminado. De hecho, se lo podría ir pensando porque con un 1,76 es el ministro peor valorado según la última encuesta del CIS. Queda usted muy lejos de obtener una beca del Estado, con esa nota no tendría usted ni para fotocopias. Los ciudadanos también buscamos la excelencia de los que se encargan de administrar nuestros impuestos.

Queremos políticos de matrícula, o al menos notables, pero ninguno llega al cinco con lo que muchos no deberían cobrar sus altos sueldos que provienen precisamente del esfuerzo de todos y así ahorraríamos mucho dinero, que es el auténtico objetivo de esta reforma educativa. Premiemos el esfuerzo, ministro, y cuestionemos a los que no se esfuerzan y viven a cuerpo de Rey, con toda su casta, como esa casa tan irreal que recibe 8 millones en 'becas' al año que salen del esfuerzo del panadero que se levanta a las cuatro o de los campesinos que se dejan los riñones desafiando a la gravedad colgados de un alcornoque mientras sacan el corcho. Eso sí que es un esfuerzo real, no el de familia de los DNI de número bajo y cuentas bancarias de altas cifras.

PREMIEMOS el esfuerzo, ministro Wert, el que van a tener que hacer muchos estudiantes de familias humildes al tener que combinar estudio con trabajo para poder financiarse su carrera cuando se queden sin beca. Sacrificio como el que hicieron el pasado viernes algunos estudiantes de toda España aguantando largas horas de viaje hasta Madrid para reunirse con un ministro que los despachó en menos tiempo del que se tarda en pronunciar su apellido o escribirlo en un teclado. Premiemos el esfuerzo, ministro Wert, del que paga religiosamente sus impuestos y no demos 'beca' a los evasores fiscales o a los sobreprotegidos defraudadores. Esfuerzo como el que hace mucha gente pagando religiosamente (como a usted le gusta) sus impuestos, personas a las que Hacienda defrauda, mientras muchos otros se limitan a defraudar a Hacienda. Esa administración de la que formamos parte todos especialmente los que tenemos un carnet de identidad con muchas cifras.

Premiemos el esfuerzo, don José Ignacio, rebajando la carga fiscal de nuestros mayores que deben pagar cada día más. Muchos de ellos además tienen que mantener a sus hijos y nietos que están asfixiados por esa lacra llamada desempleo. De esfuerzo también saben mucho los deportistas que se dejan la piel entrenando y con los que usted también tuvo un rifirrafe cuando dijo que había un problema con el dopaje. Esfuerzo como el que usted le ha impuesto a nuestra cartera cuando vamos al cine o a ver una obra de teatro. En fin, señor Wert, ¿le va a hablar usted de esfuerzo a nuestras herniadas cuentas corrientes? Lo que propone no tiene ninguna credibilidad mientras lo pida desde su poltrona así que, ministro Wert, predique usted con su esfuerzo. Hoy tiene la oportunidad de recapacitar en la Conferencia Sectorial de Educación. A los malos alumnos siempre les queda la reválida.