En Baños de Montemayor hay poco más de 700 habitantes y dos instituciones en las que mandan los vecinos: el ayuntamiento y el balneario. En las pasadas municipales, el PP tuvo 244 votos y el PSOE, 219 y en las elecciones a la Junta del Balneario convergieron dos posturas: los partidarios de la gestión vecinal y quienes preferían sacarlo a subasta y que lo gestionara una empresa privada. Ganaron los segundos y el balneario lo llevará durante 10 años un grupo valenciano.

Las aguas termales de Baños lo curan casi todo y para tomarlas hay dos posibilidades: o bien se empadrona uno en el pueblo y se baña gratis o bien pasa una temporada en uno de sus hoteles y paga por la hidroterapia.

El hostal con más historia del pueblo es el Eloy. Fue fundado en 1878 por don Jesús Becedas y doña Basilisa, cuyos retratos presiden la recepción-vestíbulo, y en aquel momento era el mejor hotel de Extremadura. La familia llegó a tener una minicadena hotelera a la que pertenecían el hotel Eloy de Plasencia, el más importante de la ciudad hasta que se inauguró el Alfonso VIII, y el hotel Suizo de Zamora. Hoy, Mamina y Julia, las bisnietas de doña Basilisa, sólo tienen este hostal, que abre de marzo a octubre.

DE LERROUX AL SALUGRAL La otra institución hotelera de Baños es el Gran Hotel, levantado en el primer tercio del pasado siglo por quien fuera cinco veces presidente del gobierno de la República: Alejandro Lerroux. Años después, se quedó con el hotel la familia Ferrero, uno de cuyos miembros, Miguel Ferrero Pardo, llegó a ser gobernador civil de Cáceres. Los Ferrero siguen llevando el Gran Hotel y ahora están centrados en la construcción de un resort de cuatro estrellas con balneario en El Salugral (Hervás).

Veranear en un hostal de Baños de Montemayor no es lo mismo que pasar unos días en un Meliá o en un NH. En Baños todo es distinto. Por ejemplo, cuando llegas al Eloy, salen a recibirte las dueñas, que aunque no te conocen de nada, te plantan dos besos y te anonadan. Luego bajas a almorzar y en el comedor suena la intensidad arrebatadora del cantante Raphael. Otro día, sonará la Pantoja, o Plácido Domingo, o Lolita, o la versión clásica de Paquito el Chocolatero .

Las comidas son ricas y abundantes, pero sin asomo de grasa ni colesterol. Después está la urbanidad. En el Eloy todo el mundo se saluda a todas horas. Puedes llegar a decir buenos días, buenas tardes, buenas noches, que aproveche o que siente bien hasta 76 veces al día (dato comprobado). Aunque lo mejor son sus clientes: historia viva del siglo XX.

La mayoría pasa largas temporadas en el hostal y lo lleva haciendo desde hace años. Doña Magdalena, por ejemplo, es madrileña y veranea dos meses. Don Ildefonso es de Talavera de la Reina, tiene 87 años y pasa los veranos en Baños desde 1922. A don Ildefonso le han puesto este verano una dama de compañía que pasea con él y lo atiende. Es hombre de costumbres inveteradas: su kiwi a las once, su tomate troceado antes de comer, su zumo de naranja templado a las cinco de la tarde y después, su corrida de toros en la televisión. En una ocasión, se acercó al ayuntamiento para sugerir un reconocimiento por ser el bañista decano, pero el alcalde no tuvo reflejos.

Otra veraneante entrañable es doña María Victoria, que vive en Vigo y viene a Baños desde, más o menos, 1920. Conoció a Alejandro Lerroux, con su bigote y su prestancia, y recuerda los tiempos en que el hotel Eloy servía langosta los jueves y los domingos.

Su padre fue ingeniero jefe de Montes de la provincia de Cáceres antes de la guerra y la calle que sube de Hervás al castañar del pueblo lleva su nombre: Francisco Sanz. Doña María Victoria, cuando era jovencita, salía en pandilla con Antonio Hernández Gil, que fuera presidente de las Cortes. Lo recuerda como un muchacho sumamente estudioso. Un Hernández se casó con una Mancha y de ahí provienen los Hernández Mancha, de Baños de toda la vida.

En Baños veranean Cristina Corrales, madre de Carlos Floriano, Terrón, el pintor, César García, jefe de la policía cacereña, Antonio Galindo, director de la Escuela Universitaria de Enfermería de Cáceres... Sin embargo, el pueblo encara un reto complicado. Ya pasaron los años en que el Gran Hotel era lo máximo en la región y, aunque el nuevo balneario es un ejemplo de modernidad, faltan instalaciones hosteleras para atraer a la nueva clientela de la hidroterapia: ejecutivos y profesionales que buscan combinar los placeres relajantes del spa (salus per aqua ) y los hoteles de alta gama.