Ante el difícil reto de proteger a las mujeres víctimas de la violencia sexista, Euskadi y Navarra han ideado un sistema que hasta ahora ha cosechado buenos resultados: la contratación de escoltas privados para custodiar a aquellas mujeres que corren más riesgo de sufrir una agresión a manos de sus exparejas. Se completa así el trabajo de los cuerpos de seguridad públicos que, ante la magnitud del fenómeno, están desbordados.

De hecho, en España hay unas 78.500 mujeres con órdenes de protección pero solo 1.600 agentes dedicados específicamente a su custodia. Interior subraya que en el 2004 eran 500 y que los miles de policías asignados a la seguridad ciudadana también atienden sus demandas. En cualquier caso, a la luz del número de agresiones, los medios son insuficientes, como han denunciado expertos y sindicatos policiales.

Ante la escasez de agentes, el Gobierno vasco decidió hace cuatro años asignar a escoltas privados la protección de algunas víctimas, teniendo en cuenta la labor que los guardaespaldas han desarrollado en la protección de amenazados por ETA. Actualmente hay 15 mujeres escoltadas en Euskadi y una docena en Navarra. Y, según la Asociación Española de Escoltas (Ases), Castilla y León, Baleares, Valencia y Murcia se han interesado por el sistema.

La puntuación que las víctimas hacen de esta protección, según una encuesta del Gobierno vasco, roza el sobresaliente. Y los hechos confirman su éxito: todos los intentos de agresión han sido repelidos, según Ases. Incluso el Consejo General del Poder Judicial ha aprobado que, en casos "excepcionales", cuando falten agentes, se acuda a los guardaespaldas privados.

CONFIANZA Sonia Franco, una dependienta de San Sebastián que ha vivido escoltada durante más de un año, confirma esta versión. Para ella, acostumbrarse a vivir así fue "muy raro", pero después vio que le aportaba "estabilidad". "Al final --resume--, llegas a tener confianza en él y le cuentas casi todo".

No obstante, tanto víctimas como escoltas consideran que el sistema es mejorable. "Solo es una tirita para cortar la hemorragia", afirma Mariscal. Para ella, "es la única medida que de verdad puede garantizar la vida de las mujeres, aunque se puede mejorar". Franco lucha para que le vuelvan a poner guardaespaldas, ya que le fue retirado --y a otras tres mujeres-- porque, según la Ertzaintza, disminuyó el riesgo. Pero ella cree que el argumento de que en el último año no han sido agredidas no es válido, pues iban escoltadas.