En el Mesalina, el destartalado club de alterne de Finestrat donde Bigas Luna rodó una escena de Huevos de oro , se fraguó el asesinato del alcalde de Polop de la Marina (Alicante) Alejandro Ponsoda, del PP. Para su sucesor en el cargo, Juan Cano, del mismo partido, hoy encarcelado bajo la acusación de ser el inductor del crimen cometido en el 2007, los lupanares eran como su oficina. En el Night Club 3000 cerró turbios negocios inmobiliarios, con ramificaciones en Marruecos y Mali, y, justo enfrente, en el Mesalina, pagó, según la investigación del asesinato, 50.000 euros a cada uno de los sicarios checos que acribillaron a Ponsoda en la puerta de su casa. Las armas las facilitó un narcotraficante uruguayo.

El plan parecía perfecto, pero a Cano se le escapó un detalle. Seis prostitutas, ahora testigos protegidas, oyeron todo lo que se decía en el burdel y acabaron por contárselo a la Guardia Civil. Tampoco su ritmo de vida ayudó mucho a diluir las sospechas que empezaban a cernirse sobre él. ¿Cómo era posible que ese chiquet del pueblo tuviera de pronto un chalet de tres plantas en los pies del macizo de Ponoig, que anduviera siempre invitando a sus amigos en los prostíbulos, que viajara tan a menudo a Miami, donde sufraga los estudios de la mayor de sus dos hijas?

Director de una sucursal de la Caja de Ahorros del Mediterráneo hasta que se hizo con el control de área de Urbanismo del Ayuntamiento de Polop (1995-2003), Cano siempre mantuvo disputas con Ponsoda, partidario de acotar la especulación y de no destrozar la paz del pueblo.

Cano impulsó un nuevo plan general de ordenación urbanística que preveía millones de metros cuadrados urbanizables que multiplicarían por siete la población, pero al poco fue apartado de la política tras su presunta implicación en un caso, nunca resuelto, de cobro de comisiones ilegales, donde también participó su amigo Ximo Montiel (concejal de Turismo). La cinta con las grabaciones de la extorsión llegó a la dirección del PP de la Comunidad Valenciana, entonces controlada por Eduardo Zaplana. Pero se decidió silenciar el asunto archivando los indicios y apartando a Cano y a Montiel.

El destierro de estos fue temporal. En el 2007, después de hacerse con el timón del partido en la comunidad, Francisco Camps los repescó a ambos, y justamente entonces empezó a maquinarse el crimen que le dejaba vía libre a Cano para manejar el suelo del municipio.

Hace no mucho, los mayores problemas vecinales que podían registrarse en Polop no excedían de unos cuantos garrotazos por las lindes de una finca rústica. Hoy, en estos tiempos en los que tirotean al alcalde un día y otro día encarcelan a su sustituto, los habitantes del pueblo tienen la sensación de que sus gobernantes se han mirado en el espejo de Benidorm, a solo 11 kilómetros. "Polop ha perdido su identidad, engullido por urbanizaciones para extranjeros, cuyo número de residentes ya supera al de autóctonos", asegura un vecino que prefiere no revelar su nombre. Y añade: "La vida de Cano y la de Ximo Montiel también investigado siempre han estado muy unidas. Estudiaron de pequeños en Benidorm, fueron apadrinados por el exconcejal de urbanismo de Benidorm Antonio Botella- Al final se volvieron como la gente de Benidorm y dejaron de ser como la gente de aquí".

Todo se gestó en el cruce de los puticlubs, como se conoce a un enclave entre las provincias de Finestrat, Benidorm y Villajoiosa. Los dos checos que presuntamente dispararon el gatillo eran porteros de burdel. El que facilitó las armas, traficante de drogas de la zona. Y dos de los presuntos cooperadores necesarios: el dueño de un club y el gerente de otro. La última pieza estaba clara: el cliente más asiduo, el alcalde de Polop, el chiquet que soñó con llegar tan alto como los rascacielos de Benidorm.