Durante años, los jugadores del popular videojuego Grand Theft Auto han robado, han traficado con drogas, han asaltado a transeúntes, han matado a policías, han golpeado a prostitutas para no tener que pagarles... Ahora, esos jugadores han tenido sexo con sus novias y eso ha sido demasiado para algunos en EEUU, donde el juego fue recalificado el miércoles de "sólo para adultos" y retirado de las estanterías de grandes superficies que, hasta ahora, no habían tenido problemas con la venta de un juego que premia la comisión de toda clase de delitos.

Los políticos saltan a la yugular de una industria que lucha por la autorregulación. Los usuarios critican la demonización. Los expertos se dividen. Y diarios como Los Angeles Times incluso dedican editoriales a cuestionar la doble moral.

´Minijuego´ oculto

La autoridad que se encarga de las clasificaciones de videojuegos en EEUU, el Consejo de Clasificación de Programa de Entretenimiento, tomó la decisión de recalificar Grand Theft Auto: San Andreas (hasta el miércoles era material para mayores de 17 años), después de que saltara el escándalo. Este se inició en junio, cuando un holandés colocó en internet un programa que permite a sus usuarios acceder a un minijuego oculto en el que el protagonista tiene relaciones sexuales con su novia. Según quienes conocen el juego, la calidad de esas imágenes --que no incluyen desnudez-- no es tan alta ni tan realista como la de otras partes del juego.

Al principio RockStar Games, productora de Grand Theft Auto , negó su existencia. Luego, tuvo que rendirse ante la evidencia incontestable cuando Gamespot y otras publicaciones descubrieron que ese juego oculto, conocido como Café caliente , estaba disponible también en otras versiones, incluyendo el disco para la PlayStation 2.

La exprimera dama y ahora senadora demócrata, Hillary Clinton, fue una de las máximas exponentes de la indignación en el Capitolio, donde intentará que se apruebe nueva legislación para multar con hasta 5.000 dólares a los comerciantes que vendan a menores videojuegos con sexo o violencia explícita.

Doug Lowenstein, presidente de la Asociación de Software de Entretenimiento, dice que una ley como esa "sería inconstitucional porque pide restricciones gubernamentales a expresiones creativas y artísticas protegidas por la Primera Enmienda". Otros, con intereses menos obvios, como Jeanne Funk, profesora de psicología, cuestionan que el riesgo de ser agresivo sea similar al de coger un catarro: "Depende del punto del que parte cada uno".