Es una rapaza extremadamente inteligente. Sabe mucho sobre los capos más importantes y protege su vida con su silencio». Son palabras de un abogado que conoció a Tania Varela en sus años dorados, cuando ella era la abogada y «novia del traficante» David Pérez Lago, hijastro de Laureano Oubiña. Hacía poco que Varela, detenida el 26 de marzo en Sitges tras casi cinco años prófuga de la justicia, había abandonado su trabajo en el Centro de Información a la Mujer del Ayuntamiento de Cambados, su pueblo natal, para ocupar su nuevo rol al lado de su pareja.

En el 2006 ambos fueron detenidos en la operación Roble, cuando la organización intentaba meter en España dos toneladas de cocaína a través de la costa gallega. Varela, que acabó siendo condenada a siete años de cárcel, negó su participación ante el juez. También afirmó no saber nada sobre otros 2.000 kilos de droga que desaparecieron antes de llegar a tierra y que ocasionaron problemas a Pérez Lago y su gente con los narcos colombianos con los que llevaban el negocio.

‘ABOGADO DEL DIABLO’ / Así conoció a su siguiente novio, el letrado madrileño Alfonso Díaz Moñux. Bautizado como uno de los abogados del diablo por defender a narcotraficantes como Sito Miñanco y a capos de la mafia rusa como Zakhar Kalashov, Pérez Lago lo contrató para que llevara su caso y el de su chica. Moñux consiguió sacar de la cárcel a Tania bajo fianza, pero el abogado y la novia del traficante iniciaron un romance. Según recuerda un abogado, la noticia cayó «como un jarro de agua fría» sobre el hijastro de Oubiña, quien, desde prisión, ya sospechaba que Moñux y Varela estaban «hablando de más» con la policía y zanjó su relación con ambos.

La noche del 18 de diciembre del 2008, Moñux fue asesinado. Al volver del trabajo, dos encapuchados le estaban esperando en el garaje de su casa. Se aproximaron al Mercedes que conducía y, a medio metro de distancia, uno de ellos le descerrajó dos tiros en la cabeza. Le acompañaba Tania Varela, quien, según su propio testimonio, salvó la vida porque justo en el momento de la ejecución ella agachó la cabeza en el asiento del copiloto para coger unos folios de su bolso. Algunos testigos que acudieron al lugar del suceso aquel día aún recuerdan el comportamiento frío de Tania, que, con su novio agonizando en la ambulancia camino del hospital, subió a la casa que ambos compartían para cambiarse de ropa.

La primera de las pistas para poner rostro a los culpables la encontró la policía, aún sin saberlo, dos meses antes del crimen, cuando seguía el rastro de varios atracadores de tiendas madrileñas. En casa de uno de ellos, los agentes encontraron un dosier de seis páginas con el seguimiento practicado a Díaz Moñux desde abril de ese mismo año.

El informe, elaborado con fotografías del letrado, su vehículo, el portal de su casa e incluso el portero de la comunidad, reflejaba la rutina de Moñux y de Varela y no dejaba lugar a dudas: la muerte del abogado se preparó durante meses y quien la encargó se tomó muchas molestias para no fallar. Entre otras prevenciones, su autor dejó claro a los pistoleros que el único objetivo era el abogado, señalando su imagen en el dosier con un círculo rojo en aquellas fotografías donde aparece acompañado de Varela.

Ocho personas, cuatro españoles y cuatro colombianos, fueron detenidos por el asesinato, siete de ellos fueron condenados por la Audiencia de Madrid, el octavo huyó a Brasil el pasado octubre y acaba de ser extraditado a España. Al menos uno de los asesinos había sido cliente de Moñux anteriormente. Solo uno de los colombianos confesó a la policía: «Me ofrecieron 60.000 euros por darle la vueltica a un abogado. Quien me lo propuso me dijo que había que matarlo rápido».

Lo que nadie confesó fue de quién procedía el encargo. En su declaración como testigo a la policía, Tania intentó arrojar algo de luz y afirmó que estaba convencida de que la orden para matar al abogado había tenido que darla su expareja, David Pérez Lago. Varela aseguró que Moñux había recibido amenazas de su entorno durante meses.

Lo cierto es que, poco antes de morir, el letrado había denunciado a la policía que se sentía vigilado. Contó a los agentes que recibía mensajes y llamadas advirtiéndole de que si no se apartaba del procedimiento de Tania «le iban a trinchar como un cerdo». Una compañera de despacho de Moñux declaró tras el asesinato que, aun cuando el abogado temía por su vida, siguió protegiendo la de Tania: «Estaba preocupado por ella».

La colaboración de Varela para intentar dar con el culpable del crimen duró poco. En su siguiente declaración, aseguró que no recordaba nada porque tenía amnesia y ansiedad. En el 2013, antes de que se celebrara el juicio por el asesinato de su novio, huyó. Su condición de fugitiva la libró de declarar como testigo entonces. Pero su reciente detención coincide en el tiempo con una nueva cita judicial por el asesinato de Moñux: el próximo 5 de abril la Audiencia de Madrid juzga al sicario español que logró huir a Brasil y no ser juzgado junto a los otros siete detenidos.