TSti alguna envidia inspira el himno nacional acaso sea por el hecho de que es el único español al que nadie ha logrado endosarle jamás una letra. Por lo demás, virgencita, que me quede como estoy. Mejor el silencio que el ridículo. Aunque puede que ese sea el problema, el silencio. Aquí la gente habla hasta en sueños y si necesitamos con urgencia una letra, más que por pasión patriótica, es para rellenar esos dos horribles minutos de silencio a los que obliga un himno sin letra. Las personas como usted y como yo apenas si nos vemos jamás en uno de esos trances, pero los deportistas deben pasarlo fatal. Cuando suena el himno, como no saben qué hacer con ese tiempo muerto, miran al cielo con ojos desorbitados, y más que deportistas parecen agricultores en precampaña recolectora, que hasta apuro da mirarlos a los pobrecillos. Por eso entiendo las urgencias del Comité Olímpico Español. Pero como la necesidad de este himno parece que se circunscribe casi al terreno de lo deportivo, yo sugiero que en vez de uno se tengan dos himnos. Uno para las derrotas y otro para las victorias. Cuando corra Fernando Alonso , por ejemplo, que suene el Asturias, patria querida , a ser posible, en versión de Raphael . Cuando juegue la selección de fútbol, con el Adiós, muchachos, compañeros de mi vida , vamos que nos las pelamos. Ahora bien, si de lo que se trata es de cubrir un acto político, con que suene el Había una vez un circo de Gabi, Fofó y Miliki , quedamos representados a las mil maravillas. Como se ve, aquí lo que sobran son himnos. De hecho, cada cual tiene el suyo. Lo malo es que los himnos solo sirven para crear distancias. Pero ese ya es otro cantar.