TSteparar la paja del trigo para no perderse en terreno estéril. La financiación es el trigo, o mejor dicho, la búsqueda de una fórmula que permita resolver, definitivamente, este problema que es la piedra con la que choca, una y otra vez, el Estado de las Autonomías; la paja son las palabras, más o menos ingeniosas, que pronuncian los francotiradores que circundan el mundo de la política para obtener rédito personal con la pesca en río revuelto. La paja para nada nos sirve. Es demagogia a la que es preciso hacer oídos sordos. No lleva a ningún sitio. Cayó en la tentación el alcalde de Mérida. Recogió la paja lanzada al viento de internet por el concejal Suñé y le contestó acordándose de su madre. Estoy de acuerdo en que no es una expresión que deba utilizarse en el lenguaje político --hay fórmulas más elegantes para meter el dedo en el ojo ajeno-- pero no deja de ser una forma coloquial para decirle a alguien que es un desgraciado. Si inadecuada fue la expresión de Angel Calle , la respuesta enviada por otro pescador de réditos, es sencillamente pueril. Al pedirle el exdiputado Puig disculpas para las madres de Cataluña, vino a remedar esas réplicas indignadas, propias de escenas de patios de vecindad: "a mi madre ni la mientes". En fin, la paja de los demagogos con la que, a pesar de que alguno hunda sus raíces en tierra extremeña o quizá precisamente por eso, quieren afirmar su posición en el universo nacionalista. Comprendo el sentimiento sincero de pertenencia a una tierra porque nace en el corazón. Es desde esa sinceridad desde donde podremos prestar atención al trigo e intentar encontrar entre todos la solución para lo que en realidad importa: una fórmula justa para todos los territorios.