Después de una lucha de dos días y medio contra las llamas, el peor incendio que ha visto Europa en los últimos 50 años quedó sofocado anoche, 60 horas después de su inicio. Los bomberos llegados de todos los rincones del Reino Unido emplearon 15 millones de litros de agua y espuma para apagar el fuego devastador que arra- só 20 depósitos del centro de distribución de combustible de Buncefield, donde se almacenaban millones de litros de carburante.

"Ha sido un gran desafío, pero hemos hecho un gran progreso", declaró el responsable policial Simon Parr mientras, lentamente, la barriada residencial de Hemel Hempstead, la más próxima al lugar del incendio, trataba de recuperar la normalidad. Las autoridades han ordenado que hoy vuelvan a abrir sus puertas la mayoría de las escuelas de la zona, que llevaban dos días cerradas. Muchos de los

2.000 desalojados cuyas viviendas no están excesivamente dañadas han vuelto a sus hogares.

Según la responsable local de sanidad Jane Halpin, es muy "tranquilizador" que en ninguno de los análisis del aire o del agua realizados en las proximidades del siniestro se hayan detectado sustancias químicas tóxicas.

Otra tarea apremiante es evaluar las pérdidas. El fuego ha arrasado los edificios de empresas y negocios de la zona; allí trabajan 25.000 personas, por ahora en paro forzoso. Los primeros cálculos hablan de una factura de entre 50 y 70 millones de libras esterlinas, (entre 74 y 103 millones de euros) para las compañías aseguradoras.

Mientras, España permanece alerta ante la posible llegada de la nube de humo.