2.818.026 parados en España. Una fría cifra estadística que, sin embargo, esconde personas con nombre y apellidos, con una historia y un drama detrás. Un ejemplo: José Mateos Mariscal. Este zamorano está casado y es padre de dos hijos de ocho y cuatro años. Se ha quedado sin trabajo y, como es autónomo, no tiene derecho a cobrar el paro. Nunca pensó que iba a verse obligado a pedir ayudas a Cáritas y a la Cruz Roja para conseguir productos de primera necesidad.

Hace un mes, su boyante empresa de estructuras metálicas quebró por culpa de la desaceleración del sector de la construcción. Se vio obligado a despedir a sus tres empleados. Sin ingresos, ha ido tirando de los ahorros de su vida, pero la situación se ha vuelto desesperante. Día tras día espera una llamada de teléfono que le haga salir del agujero.

Su amarga historia llegó a oídos de Melchor Lázaro, zaragozano, y también trabajador autónomo. Él sabe lo que es pasarlo mal. Otra crisis, la de 1992, le pegó de lleno y sufrió grandes penurias económicas. Por aquel entonces alguien apareció para echarle una mano, un ángel de la guarda llamado Domingo Arruebo, dueño de un conocido restaurante en Villanúa (Huesca). Durante una larga temporada, comió y cenó gratis gracias a Domingo, quien además le daba dinero contante y sonante -2.000 ó 5.000 de las antiguas pesetas- para sus gastos.

Aquello, Melchor no lo olvidó jamás y ahora ha querido ayudar a quien lo está pasando mal. Ha donado 560 euros en alimentos a la familia de José; 560 euros que suponen un respiro en la maltrecha economía doméstica de alguien a quien ni siquiera conoce, pero que es víctima –como también lo fue él en el pasado- de una crisis que no para de dejar damnificados.