Los últimos cien delfines de Maui, los más pequeños de esta especie marina, están a punto de extinguirse por la actividad pesquera en la Isla Norte de Nueva Zelanda, su único hábitat natural en la Tierra.

El Cephalorhynchus hectori maui está incluido en la lista roja de la ONU de las especies en peligro crítico de extinción y se teme que desaparezca en unas pocas décadas si no de adoptan medidas urgentes. "No nos podemos permitir cometer errores. Debemos acabar con todas las amenazas a su hábitat para que la población se estabilice y se recupere", declaró la directora del programa marino del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), Rebecca Bird.

El hombre, el peor enemigo

El hábitat de esta subespecie se encuentra cerca de la costa oriental de la Isla Norte neozelandesa, donde se pueden ver ejemplares en la desembocadura de los ríos, estuarios y bahías. Aunque su depredador natural es el tiburón, el mayor enemigo del delfín de Maui es el ser humano, que casi ha acabado con su población por la pesca, la minería, el desarrollo costero, la contaminación y el cambio climático, entre otros factores.

Productos químicos como el DDT y los metales pesados vertidos al mar son potencialmente peligrosos para la reproducción de estos mamíferos marinos, y las sustancias que vierten los buques petroleros les causan cáncer. Pero la principal causa de muerte son las redes de los pescadores, en las que quedan atrapados sin poder emerger a la superficie para respirar. Además las crías, que tienen el tamaño de un gato, mueren por las heridas que les causan las hélices de los barcos.

Por todo ello, los ecologistas quieren que se retiren las redes de pesca del hábitat del delfín de Maui, aunque Bird enfatizó que su organización no exige a los pescadores que pongan fin a su actividad, sino que les pide que cambien sus métodos de faenar.

Los pequeños moradores del mar

El delfín de Maui, llamado por los maorís Tutumairekurai (morador del mar), es el más pequeño de los delfines marinos. Llega a medir 1,4 metros de longitud, tiene una aleta redondeada y el hocico corto y presenta marcas parecidas a las de los osos panda, como una máscara negra. Su esperanza de vida es de 20 años. Viven en comunidades y se alimentan de peces y calamares, que localizan emitiendo sonidos de alta frecuencia que rebotan en los objetos y animales circundantes.

Los más jóvenes juegan con las algas, hacen burbujas en el mar y piruetas en el aire o simplemente se persiguen o pelean con otros compañeros, todo un espectáculo para los turistas. Los maorís creen que tras la muerte los espíritus de los humanos se transforman en tutumairekurai.