TDte nuevo estoy sentada, con las cosas de este mundo dándome vueltas en la cabeza. Tenía una idea pero a la hora de plasmarla estoy viendo que se está torciendo. Había decidido escribir de una cosa, pero el cerebro se impone a mi voluntad y ordena a los dedos pulsar otras teclas. En la pantalla aparecen estas líneas en las que no había pensado. No tenía intención de empezar así, con este cúmulo de palabras que de nada sirven a quienes hayan decidido dedicar unos minutos a su lectura. Pido disculpas por estas divagaciones, pero siento la mente flotando en una espesa sopa y sin saber dónde echar el ancla. Intento imponerme y atajar este teclear desvariado. Retomo mi idea. Quería decirles que una vez más he preguntado a la gente y que los encuentro tan confusos como yo. No sabemos a qué atenernos y abrimos la boca para alimentarnos en el denso caldo informativo, intentando ver algo de luz.

¡Ya me gustaría saberlo! me dice un letrado laboralista cuando le pregunto cómo acabará la negociación entre Gobierno y sindicatos. La decisión del ejecutivo de dar marcha atrás en el tema de los despidos colectivos por causas económicas, con veinte días por año, da un punto de esperanza a quienes tienen largos años cotizados, pero temen que las empresas opten por el gota a gota. Puede que tengan razón. Queda también el agujero abierto por el que pueden escaparse los derechos establecidos en los convenios colectivos sectoriales. Esto también les preocupa. Hace falta un gran acuerdo, no solo de sindicatos y Gobierno, sino también con el partido de la oposición. Quien así habla es el letrado que vuelve los ojos hacia aquellos Pactos de la Moncloa. Puede que también tenga razón. A todos nos da vueltas la cabeza, atiborrados de noticias y declaraciones, como ballenas borrachas de kril.