Aún está fresco en la memoria de muchos el inconcebible desliz que cometió en 1973 la Fundación Nobel al otorgar el premio de la Paz al entonces secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger. Ninguna otra decisión relacionada con estos galardones ha sido más criticada ni cuestionada, ni ha indignado y escandalizado tanto ni a tantas personas; y eso en un universo, el de los Nobel, más bien habituado a las polémicas. No es que la sombra de Kissinger haya planeado sobre el actual galardonado, Martti Ahtisaari, que ayer acudió a Oslo a recibir el premio, pero sí es cierto que el expresidente de Finlandia ha tenido la muy mala suerte de que su encumbramiento coincida con el inicio de una polémica que pone en entredicho la congruencia del galardón. Kissinger es un ejemplo, pero no es el único. Y a la Fundación la van a investigar.

Se parte de la idea de que si Alfred Nobel se levantara de entre los muertos casi seguro zurraría a los responsables de administrar su legado. Pero no a todos. Solo a los noruegos. El activista y abogado Fredrik S. Heffermehl, muy popular en los países nórdicos, publicó hace un par de meses un libro, La voluntad de Nobel , en el que acusa al Comité Noruego de no respetar los criterios del fundador de los premios a la hora de decidir el nombre de los galardonados en el único apartado en que le corresponde decidir: el de la Paz. Todos los demás los decide y entrega el Comité Sueco. El libro causó revuelo, y las autoridades advierten ahora que tomarán medidas.

Heffermehl llevó a cabo una minuciosa revisión de todos los galardones y concluyó que solo el 45% de los premiados después de 1945 (final de la guerra) se ajustan a los criterios de Nobel. El activista noruego criticó ferozmente, por ejemplo, que el paladín de la lucha contra el cambio climático, Al Gore, fuera premiado en el 2007, y escribió entonces que "el comité debería tener en cuenta con más rigor la esencia de la visión de Nobel sobre la paz". Para Heffermehl, el problema obedece a intereses políticos y empresariales, y recuerda que al Comité Noruego lo designa el Parlamento, y que casi todos sus miembros son antiguos parlamentarios.

Las autoridades suecas investigarán a la Fundación Nobel, que es la garante de que se lleven a cabo los deseos de su creador. Esta, según el responsable de Asuntos Judiciales de Estocolmo, "se dirigirá al Comité Noruego para recabar algún comentario". El presidente del Comité, Ole Danbolt Mjos, no oculta por su parte que tal vez se están aplicando criterios más flexibles: "Todo tiene que ocurrir según el espíritu de Nobel. Pero él era una persona dinámica, y creemos que está en su espíritu expandir al concepto de paz. Hay varios caminos hacia la paz", declaró.

Ahtisaari recibió ayer su premio en Oslo. Los demás, en Estocolmo. En paz y sin polémica.