La reconversión de las industrias más sucias, la deslocalización, las energías renovables y la crisis económica en general, entre otros factores, han logrado que la Unión Europea cumpla antes de tiempo los objetivos sobre reducción de gases de efecto invernadero que se propuso para el 2020. Según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente, el pasado diciembre ya se habían reducido las emisiones en un 19% con respecto a los valores de 1990, año de referencia en el protocolo de Kioto, y de mantenerse la tendencia se alcanzará una disminución del 24% a finales de la década. El objetivo era el 20%.

Este esfuerzo en solitario, sin embargo, tendrá un efecto testimonial en la atmósfera terrestre porque el peso de Europa en el mundo desde un punto de vista industrial y demográfico nunca había sido tan bajo en los últimos siglos. Las emisiones de los Veintiocho suponen hoy en día el 13% del total mundial, lejos de China (27%) e incluso de Estados Unidos (17%). De hecho, las concentraciones de CO2 en la atmósfera siguen creciendo de manera regular y este año se han batidos nuevos récords. Eso sí: aunque nada indica que la evolución de las emisiones vaya a variar en fechas próximas, China y EEUU han dado en la última semana pasos inequívocos --aunque modestos-- de que están dispuestos a cambiar las cosas.

PRESION INTERNA El presidente Barack Obama ha anunciado un programa para reducir un 30% de aquí al 2030 las emisiones de CO2 derivadas de la producción energética, lo que en la práctica puede suponer el cierre o la reconversión de una parte de las más de 1.000 centrales de carbón que existen en el país. "Si se miran los datos, todo esto va a tener un efecto escaso sobre las emisiones globales y puede interpretarse solo como una manera de justificarse ante la comunidad internacional", lamenta Ferran P. Vilar, ingeniero y analista del cambio climático. Más optimista se muestra Tatiana Nuño, responsable de la campaña de cambio climático de Greenpeace-España: "Nos gustan estos pasos. En EEUU tienen una presión interna a raíz de las últimos desastres naturales y se lo empiezan a tomar en serio".

Por su parte, el Gobierno de China ha comunicado su voluntad de poner en marcha en el 2016 el primer plan de control para limitar las emisiones de gases con unos objetivos independientes de la evolución económica, sin concretar mucho más, aunque todo indica que las esperanzas están puestas en las 26 centrales nucleares que se encuentran en construcción en el país y en el rápido despegue de las renovables. "Lo anunciado por China no arregla el problema, pero no deben infravalorarse estas manifestaciones", considera Josep Enric Llebot, secretario de Medio Ambiente de la Generalitat. "La percepción ambiental está cambiando en el país aunque no sea necesariamente por el cambio climático, sino por los problemas sanitarios ocasionados por la elevada contaminación", prosigue Llebot. Lo mismo opina Nuño: "China y las potencias en desarrollo van a acabar entrando en la negociación porque están viendo que sus ciudadanos se ven obligados a llevar mascarilla".

EXTERNALIZAR LO SUCIO China asume que necesita una reconversión energética porque sus emisiones per cápita no solo han superado la media mundial, sino que ya son similares a las de los europeos, con un aumento del 50% desde el 2005. Pese a ello, Vilar considera que China aún tiene una posición de fuerza porque sus emisiones responden en gran parte a que se ha convertido en el fabricante de los bienes de consumo del mundo desarrollado. "Los europeos no lo hacen tan bien, en absoluto. Hemos externalizado lo más sucio".

En cualquier caso, ni EEUU ni China han dado muestras de querer acogerse al paraguas de la ONU y su sistema de control. Por tanto, no son del todo halagüeñas las perspectivas para la próxima cumbre de Lima, que se celebrará en diciembre, y para la del año posterior en París, catalogada de trascendental porque en ella debe aprobarse el relevo del tratado de Kioto. "Creo que lo más importante en París no será el techo de emisiones, sino el fondo necesario para poder repartir el problema entre todos --concluye Llebot--. Será una cuestión de dinero".