EL TORERO extremeño se las vio con un toro difícil ayer en Zaragoza, para el que no está aún preparado. Se le notó que no sabí qué ni cómo hacer con él, pero se la jugó y se llevó una voltereta (en la foto en el aire), librándose de otras dos más, mientras desde el callejón su apoderado no paraba de gesticularle para que parase el drama. Esto fue en su segundo, mientras que al primero pudo cortarle una oreja si no llega a pinchar hasta cuatro veces antes de cazarlo con un infame bajonazo, por lo que se dejó ir sin torear. Pese a todo, contó con un público muy dispuesto, ya que Talavante es el gran esperado en todas las plazas donde hace su primer paseíllo de matador, como ocurrió ayer en Zaragoza. J. M. N.