Para las familias que se han pasado nueve días llorando sin saber cual de los féretros con número correspondía al de sus seres queridos, la espera ha sido angustiosa e inacabable. Pero cualquier especialista en la materia coincidiría en valorar la rapidez con la que los laboratorios científicos de la Policía Nacional y la Guardia Civil han identificado a las 154 víctimas del accidente. Ayer, solo dos cuerpos, los de una sueca y un turco, no habían sido entregados a sus familias a la espera de los trámites de repatriación al extranjero.

El resto de las familias han podido despedir a sus víctimas e iniciar así el duelo en la intimidad. En el hotel Auditorium, que acogió estos días el triste deambular de las familias, ya no queda nadie vinculado con el accidente.

Ayer por la mañana, los policías empezaron a recoger los bártulos del improvisado laboratorio que en los últimos días montaron en el tanatorio del cementerio de la Almudena. Para las últimas identificaciones, los investigadores utilizaron el cotejo de las placas dentales, lo que agilizó el tramite del medio centenar de cuerpos que más había sufrido el efecto de las llamas. En cuanto a los tres menores adoptados, a falta de un código genético familiar, los agentes buscaron restos en sus casas. En los laboratorios de los dos cuerpos policiales se ha trabajado las 24 horas. Pero no consta que nadie se haya quejado.

Entre los supervivientes, ayer recibió el alta la médico del Samur Ligia Palomino Riveros. Su marido continúa ingresado, pero no está grave, mientras que una de sus cuñadas falleció en el accidente.

INTIMIDAD La mujer prefirió evitar a la prensa que la esperaba en la puerta del hospital y una amiga leyó una carta escrita por la superviviente en la que rogaba a los medios de comunicación que la dejaran reincorporarse con normalidad a su vida. La misiva tiene palabras de reconocimiento para todos los que trabajaron en la emergencia y para el personal del hospital Ramon y Cajal de Madrid, así como un recuerdo para los que viajaban junto a ella pero no tuvieron su suerte.