El Príncipe de Asturias entregó ayer el Premio Velázquez, máxima distinción en el campo de las artes plásticas en España, al pintor barcelonés Antoni Tàpies. El galardón reconoce la proyección internacional de la obra de Tàpies y su labor como renovación de la pintura tanto en España como en el resto del mundo. Dotado con 90.000 euros, una exposición en Centro de Arte Reina Sofía y la posibilidad de elegir a un artista menor de 35 años para que reciba una beca de 30.000 euros, el Velázquez tiene la misma vocación que el Premio Cervantes en literatura: fomentar la unión entre la cultura y la creación artística de los pueblos iberoamericanos.

La ceremonia se celebró en el Museo del Prado, justo delante de Las Meninas, "centro simbólico de la pintura española". El Príncipe dijo que entregar el galardón a Tàpies era "un orgullo y una alegría". En su discurso, elogió la obra del artista catalán, "un lugar de cita al que acuden muy diversas manifestaciones de la expresión humana. Las imágenes simbólicas y los signos gráficos de su pintura nos hablan sin embargo de sentimientos compartidos por todos los hombres".

Felipe de Borbón destacó la expresión que Tàpies hace de la "emoción y la angustia ante la muerte, así como del anhelo intemporal de trascendencia".

Tàpies no pudo leer su discurso a causa "de un problema temporal en la vista" y delegó en el escritor y crítico José Miguel Ullán. El texto, titulado La agitación del vacío , recordó que, "aunque (Velázquez) fue retratista de reyes, hizo gala de una independencia que dice mucho a su favor". Tàpies explicó que "a nadie se le ocurre pensar que Velázquez es un pintor al que sólo se puede entender situándolo en su tiempo". Las grandes obras maestras, dijo, lo son por la trascendencia de los valores que las caracterizan.