PLAZA: Lleno en tarde de agradable temperatura.

TOROS: De Zalduendo, buenos para la muleta en general excepto el tercero, que se apagó pronto. Nobleza y bondad fueron las principales características de todos, entre los que destacaron primero y quinto y sexto.

TOREROS: César Rincón, dos orejas y oreja. El Juli, oreja y dos orejas y César Jiménez, palmas y dos orejas y rabo.

CUADRILLAS: ´El Chano´ saludó tras dos buenos pares de banderillas al tercero.

De nuevo mucho ambiente en Olivenza, aunque esta vez era puramente taurino. Lleno en los tendidos, expectación por ver la reaparición de Rincón, incondicionales y detractores de El Juli y una novedad: César Jiménez. Con todo esto, la tarde estuvo sobrepasada de orejas y rabo, lo cual no significa que no hubiera motivos más que suficientes para que el espectáculo en su contenido fuera un éxito. Y dos sorpresas, la feliz recuperación de un torero importante en la década de los noventa y el descubrimiento de un joven valor muy a tener en cuenta desde ahora.

La vuelta a los ruedos de España César Rincón hizo rejuvenecer a muchos, pues recordó a aquel de sus mejores tiempos. No le pesó abrir plaza, ni la responsabilidad de ser su primera corrida en España. Se le vió centrado, preparado y dispuesto a entrar en la batalla. Entendió a la perfección a sus dos toros y los fue haciendo con paciencia. Mejor el primero que él cuarto, permitió comprobar esa muleta poderosa, esos lances de gran largura y mano baja y, en definitiva, sirvió para ver un torero en plena forma y madurez. Aguantó parones cuando los hubo y llevó siempre al animal muy toreado. Al cuarto, le realizó una faena bien estructurada, dando las distancias y los tiempos justos. Empezó el toro sin claridad en sus acometidas pero, con el buen hacer del colombiano, terminó embistiendo. Con la espada, se tiró a matar con fe y dejó dos espadazos soberbios.

El Juli mostró su técnica y habilidad en el segundo de la tarde. El de Zalduendo, noble y de condición bondadosa, se entregó en la muleta y no quiso mirar nada más que tela roja. El Juli instrumentó series macizas y al final optó por el toreo de cercanías. Se metió entre los pitones y enseñó su faceta de valor. Pero en el que realmente dio su mejor dimensión fue en el quinto. A éste lo toreó con templanza y todas las series fueron de muletazos muy ligados.

DESPUNTA UN TORERO

César Jiménez llegaba como el gran desconocido para la mayoría del público y tras dar muerte a su primero seguía siéndolo. El tercero, fue el garbanzo negro de la corrida. Se paró en la muleta y aquello no tuvo emoción. Pero con el sexto, Jiménez demostró ser un torero de los que pueden puntuar esta temporada. Faena de gran belleza estética, con la figura derecha, los pies asentados y todo en un palmo de terreno. Expuso un valor sereno, mando en sus muñecas y se lo pasó muy cerca siempre. Encandiló al público de Olivenza con una obra de las que quedan en la memoria, por su naturalidad, torería y buen gusto.

Acabó una feria en la que la balanza se inclina por muchas razones hacia el lado positivo. Una vez más Olivenza abrió temporada con buenas tardes de toros.