La ola de calor se está dejando notar en toda Europa, donde los termómetros están alcanzado cotas muy por encia de las acostumbradas. Países normalmente frecos están viviendo un verano intenso, tanto en temperaturas como en duración. El Reino Unido alcanzó ayer la temperatura más alta de su historia en el aeropuerto de Heathrow, al suroeste de Londres, donde se registraron 37,9 grados centígrados a las 13.50 horas, según anunció el Centro Meteorológico de Londres.

La temperatura que ayer marcó el termómetro batió el récord que tenía el país, 37,1 grados registrados el 3 de agosto de 1990 en Cheltenham, en Gloucestershire (sur de Inglaterra).

Además, el Reino Unido vive en estos momentos el tercer verano más caluroso desde que empezó a llevarse un registro de los cambios meteorológicos, en 1659. El verano de 1976 fue el más caluroso, con quince días seguidos a 32 grados de temperatura. El segundo verano más caluroso fue en 1995. La ola de calor ha cambiado el paisaje e incluso las costumbres de los británicos. Las playas y los parques de todo el país están llenos a rebosar y el consumo de helados se ha disparado, así como el de cerveza.

SITUACION EN FRANCIA

La situación en cuanto al aprovisionamiento de energía eléctrica en Francia debido a los efectos de la ola de calor en las centrales nucleares es "seria", afirmó la ministra delegada de Industria, Nicole Fontaine.

En una entrevista publicada ayer por el semanario Le Journal du Dimanche, Fontaine adelantó que, a petición suya, el Gobierno llevará a cabo una "reunión técnica para evaluar la situación a nivel francés y europeo".

El recalentamiento y la bajada del nivel de las aguas fluviales, imprescindibles para enfriar las centrales nucleares, han llevado a Electricité de France a pedir a la Autoridad de Seguridad Nuclear (ASN) la puesta en marcha de "regímenes derogatorios" para algunas unidades.

Las centrales nucleares de Bugey (Ain, este), Golfech (Tarn-et-Garonne, sur) y Tricastin (Drome, sureste) han conseguido la autorización, desde hace varias semanas, para arrojar a los ríos las aguas utilizadas para enfriar los reactores con temperaturas más elevadas de lo permitido. Unas cincuenta personas han muerto en los últimos cuatro días en la región parisiense debido al calor.