Lejos de sosegarse, la situación es cada vez más tensa en el seno de Spanair tras el accidente de Barajas. Mientras sus aviones acumulan retrasos y cancelaciones debido a las bajas laborales que sufre y a las precauciones que toman los tripulantes ante cualquier anomalía, un grupo de trabajadores decidió ayer salir por su cuenta ante la opinión pública para defender a la compañía. En una carta dirigida al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, acusaron a la ministra de Fomento, Magdalena Alvarez, de difamarles para "escurrir el bulto".

En la carta, publicada por el diario Abc , los empleados denuncian lo que ellos consideran "un linchamiento" inducido por la ministra al revelar "como información trascendente que Spanair intentó sustituir el avión accidentado". Y añaden que "la señora Alvarez ha conseguido que esta actuación de Spanair, absolutamente normal en el ámbito de cualquier compañía de red que se preocupe por proporcionar un servicio al pasajero lo más puntual posible, sea interpretada como una evidencia de la culpabilidad de Spanair y sus empleados en la catástrofe". A Zapatero le piden un "gesto público" para despejar "cualquier sombra de duda" sobre la compañía aérea.

UN GRUPO DE PILOTOS La misiva aparece firmada por "los trabajadores de Spanair", pero fuentes próximas al comité de empresa indicaron que sus autores son un grupo de pilotos del sindicato Sepla, mayoritario en la aerolínea. La dirección de Spanair dejó claro que la carta "no representa en modo alguno la posición oficial de la compañía" y que ella no la "ha promovido ni alentado". El resto de empleados --la plantilla es de 4.000 personas-- se desmarcaron a través de los sindicatos.

Con la ministra Alvarez en Bruselas, el encargado de responder por parte del Gobierno fue el ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Este se mostró comprensivo con los trabajadores, pero les indicó que "deberían dirigir sus tiros a otra parte porque los problemas no los tienen con el Gobierno". Para Rubalcaba, la ministra "se limitó a dar una información, la compañía la desmintió y luego al salir las cintas tuvo que admitirla". "No hay interés por parte del Gobierno en acusar a nadie, no hay más que interés de contar lo que se sabe", remachó.

En lo que si coinciden todas la partes implicadas es en que las operaciones de la compañía también se están viendo afectadas por la situación. Algunos tripulantes han acusado crisis de ansiedad causadas por el miedo a volar, otros, próximos a los compañeros fallecidos, han causado baja por depresión, y un tercer grupo han trabajado sin descanso como voluntarios para atender a las familias. La compañía ha tenido que prescindir de unos cien de sus mil tripulantes

Desde el mismo 20 de agosto, pilotos y técnicos paralizan o retrasan vuelos ante la más mínima situación de alerta. En plena operación retorno de las vacaciones veraniegas, con la flota al límite de su capacidad, esta actitud, junto a las bajas laborales, ha provocado las demoras y cancelaciones en cadena que se produjeron el pasado domingo y que la compañía espera que desaparezcan en los próximos días.

Pero el futuro no se presenta halagüeño. La compañía está inmersa en un expediente de regulación de empleo que afectará a 1.193 trabajadores, cuya negociación se retomará "lo antes posible", según un portavoz.