La medicina que intenta frenar el envejecimiento humano, un filón sanitario con evidente futuro que solicitan quienes no están enfermos, es objeto de una intensa investigación que avanza en paralelo a su creciente demanda y sofisticación. La última incorporación de esta especialidad es la aplicación de un biochip, que, a partir de un simple análisis de sangre del cliente, determina la predisposición a sufrir hasta 70 alteraciones genéticas que conducen al deterioro y envejecimiento de otras tantas funciones del cuerpo.

Cómo se elimina de la piel y de todo el cuerpo la toxicidad de unas copas de alcohol, qué desgaste celular y grado de vejez causa en un individuo el consumo de tabaco o qué propensión tiene a sufrir infarto de miocardio o hipertensión son algunos de los datos que ofrece el biochip. También mide la tendencia a acumular las grasas de la dieta y el déficit de minerales o vitaminas que, una vez repuestos, darán brillo al individuo. El ingenio, que ofrece la Clínica Planas de Barcelona, interviene en las causas de longevidad atribuidas a la genética del individuo, que se calcula son el 25% de todos los factores que llevan a la vejez.