La suerte de Terri Schiavo, que tiene en vilo a EEUU, estaba de nuevo anoche en manos de un juez federal en Tampa (Florida), tras una extraordinaria intervención del Congreso y del presidente de EEUU, George Bush, para forzar la reconexión del tubo que alimenta artificialmente desde hace 15 años a esta mujer, en coma irreversible, y que fue desconectado el pasado viernes por orden judicial.

"Los demócratas y los republicanos se unieron anoche en el Congreso para dar a los padres de Terri Schiavo otra oportunidad de salvar la vida de su hija", declaró ayer Bush. "Este es un caso complejo que plantea cuestiones graves, pero en circunstancias extraordinarias como éstas es prudente equivocarse siempre a favor de la vida", añadió desde Arizona.

DE MADRUGADA El presidente había firmado horas antes, a la 1.11 horas de la madrugada de ayer, la ley para forzar la alimentación artificial de Terri Schiavo, aprobada por el Congreso en reuniones de emergencia organizadas por la mayoría conservadora que domina el legislativo en plenas vacaciones de Semana Santa. El Senado aprobó la ley de viva voz el domingo por la noche y la Cámara de Representantes lo hizo en la madrugada del lunes, por 203 votos contra 58.

Esta intervención del Congreso y de Bush, que no tiene precedentes, pasó de nuevo el caso de Terri a los tribunales federales, puesto que los de Florida han dado la razón al marido de la enferma, Michael Schiavo, que lleva siete años tratando de que se conceda a esta mujer su derecho a morir, frente a la oposición de los padres y la hermana de ella.

Armados con la ley firmada por el presidente, los padres de Terri, Mary y Bob Schindler, acudieron ayer por la mañana a los tribunales federales de Tampa para pedir que se reanude la alimentación artificial de la enferma. El juez James Whittemore fijó una audiencia para las tres de la tarde (nueve de la noche en España) con el fin de revisar su petición, en la que se sostiene que las creencias religiosas de Terri, que es católica, han sido violadas con la desconexión de la sonda que la alimenta, decisión que también atenta contra sus derechos civiles. Si no se vuelve a conectar el tubo, la enferma podría fallecer en poco más de una semana.

LAS QUEJAS DEL MARIDO Michael Schiavo denunció la intromisión del Congreso y del presidente Bush en sus asuntos familiares. "No hay duda alguna sobre este caso que han oído ya 20 jueces y hasta el Tribunal Supremo de EEUU. Bush debería avergonzarse", clamó el frustrado marido de la enferma ante la emisora de TV ABC. Sin embargo, el padre de Terri, declaró que había contado a su hija la nueva situación antes de desayunar. "Que Dios me ayude, porque contemplé una gran sonrisa en su rostro", declaró a la CNN.

Su júbilo no fue compartido por la mayoría de los estadounidenses, ya que un 70% de los consultados por la ABC desaprobó la intervención del Congreso. Dos tercios creen que obedeció a razones políticas.