Una prueba de ADN ha permitido capturar al asesino de una niña 32 años después de cometer el crimen. Lesley Molseed tenía 11 años cuando en 1975 fue agredida sexualmente y apuñalada en la localidad de Rochadle, al norte de Inglaterra. Un hombre inocente, Stefan Kiszzko, con el coeficiente emocional de un niño, fue condenado por el asesinato y pasó 16 años entre rejas.

Kiszzko se había confesado culpable después de dos días de continuos interrogatorios, efectuados sin la presencia de un abogado. En 1992 quedó en libertad porque, acreditada su infertilidad, era imposible, según los médicos, que hubiera podido producir el esperma hallado en las ropas de la pequeña. La policía conservó las muestras, sin esperanzas de dar con el asesino.

El año pasado, sin embargo, el azar quiso que por un incidente sin relación alguna con el caso, los agentes tomaran una prueba de ADN a Ronald Castree, de 54 años. Al cotejar los resultados comprobaron con enorme sorpresa que la marca genética coincidía con la hallada en el cadáver de la niña.

El hombre, que está siendo juzgado desde esta semana en el Tribunal de la Corona de Bradford, era vecino de la víctima y trabajaba como taxista cuando ocurrieron los hechos. La niña recibió 12 puñaladas y su cuerpo fue abandonado en una zona remota. Finalmente, solo los avances científicos han permitido que el viejo crimen se aclare.