LOS CENTENARES de visitantes, niños y mayores, que presenciaron la desagradable escena el pasado domingo en el zoológico madrileño pensaron que Trini y Blanca, como se llamaban las tigresas, estaban jugando, hasta que vieron que una de ellas sangraba. Los cuidadores llegaron tarde para impedir lo que interpretan como una lucha por un cambio de jerarquía entre las dos tigresas.