José Tomás volvió ayer a Badajoz y lo hizo a lo grande. La tarde era de gran expectación, tanta que el coso se llenó como sólo recuerdan los más viejos. La plaza lucía a rebosar con más de trece mil espectadores. Toreaba el de Galapagar y alternaba con Miguel Angel Perera, los dos toreros que hoy levantan más pasiones. Y junto a ellos Pedrito de Portugal.

La corrida de Jandilla, de presentación, resultó desigual porque bajó en los dos primeros toros. Después tuvieron los astados buen son en los engaños, con nobleza a raudales, aunque les faltó fondo a la mayoría, ese venirse arriba a medida que avanzaba la lidia.

El primero de José Tomás, acapachado y brocho de cuerna, terciado, era, sin embargo, de reunidas hechuras. Ya en el toreo de capote se vio la forma en la que este diestro maneja los engaños en dos chicuelitas de extremo ajuste, lances a los que siguió un bellísimo quite por faroles invertidos.

El inicio de faena, desde los medios, lo fue consintiendo al animal con estatuarios, sin enmendarse, para seguir toreando en redondo con la diestra con suavidad extrema, porque esperaba con la tela planchada y llevaba al jandilla por abajo. El trasteo fue a más, porque siguió otra tanda aún mejor por limpia y ligada.

Soberbio José Tomás de colocación, encajado y quieto, cambió de mano y si dudó el toro, no lo hizo el torero porque en último extremo daba el toque oportuno. Sólo faltó, para que la cosa fuera redonda, un punto más de transmisión al burel.

Ante el quinto hubo más de lo mismo. Este era más toro de presencia y lo recibió con unos delantales bellísimos. Era un toreo de capote distinto porque distinta era la forma con la que José Tomás jugaba las muñecas, pues en el embroque se traía para dentro los vuelos de la capa.

Inició la faena con pases cambiados por uno y otro pitón, andándolo hacia los medios. Rápido se dispuso a torear en redondo, codilleando, porque quería pasarse cerca al animal. Aquella era una puesta en escena increíble, y las series resultaron soberbias, pues en el primer muletazo citaba con la tela adelantada y, a toro arrancado, adelantaba la pierna que torea, la pierna sobre la que se carga la suerte.

Fue ese un toro muy noble y esa una faena muy hermosa. De gran pureza en el toreo fundamental por limpia y ligada, por profunda. Y muy bella en el toreo accesorio, que cuando se hace bien no es tan accesorio, como en los ayudados finales.

José Tomás vivió un dulce reencuentro de este gran torero con la afición extremeña.

Miguel Angel Perera no lo tenía fácil. Tenía que estar bien en una tarde tan señalada, y lo estuvo. Su primero fue un bonito ensabanado que resultó noble y murió de bravo. Lo recibió en lances con el compás cerrado de mucho aguante, y siguió en el quite por tafalleras muy ajustadas. Inició la faena por alto, consintiendo al toro, y después a media altura con un cambio de mano y un natural.

Protestaba un puntito el toro de Borja Domecq pero serie a serie Perera fue haciéndose con él, para así hacer gala de ese toreo ligado, de trazo largo y planta muy asentada. Tras una gran estocada cortó una oreja que, obviamente, suponía poco para un torero tan ambicioso como él. Por ello salió a por todas ante el sexto, ya a la verónica con el compás abierto, ya en un quite por gaoneras. En la muleta tardeaba el animal y el diestro entendió que había que llevarlo muy suave.

Tiraba de él y así cuajó varias series en redondo antes de que se viniera a menos. Pero Perera, con la espada, estuvo enorme, y paseó otros dos apéndices.

A Pedrito de Portugal se le nota que torea poco. Cumplió ante el manejable primero con tandas ligadas para después acortar distancias. El cuarto fue un toro parado y el portugués se mostró reiterativo.