Cozcurrita es un diminuto pueblo zamorano situado en plena Raya castellano-leonesa. Cozcurrita es un bello conjunto de casas de madera y piedra, un lugar idílico y perdido donde vino al mundo el anterior subdelegado del gobierno en Cáceres, José Diego.

Hace nada, Zamora Connection era un poder fáctico cacereño: la profesora Carmen Heras, el profesor José Diego, Manuel Villar, otro profesor zamorano, de Melgar de Tera, que presidía la Cruz Roja regional, y Federico Vázquez, zamorano que preside la peña Amigos del Flamenco y manda algo en el PSOE.

Hoy, sólo Federico mantiene intacto su poder. El resto del clan zamorano manda un poquito menos, pero es una demostración de que quienes se crían en las tierras fronterizas más pobres de Europa son capaces de aclimatarse donde sea.

A 10 minutos al norte de Cozcurrita se encuentra uno de los enclaves más interesantes del lado portugués de la frontera: Miranda do Douro. Este pueblo sólo tiene 2.000 habitantes, pero su pasado histórico le ha dejado un brillo, una importancia y una apariencia. Miranda estaba muy alejada del resto de Portugal, metida en el reino de León, eso provocó que el rey Don Dinís la fortificara formidablemente. También era sede episcopal.

UN PUEBLO EN CUÑA Su posición geográfica de cuña facilitó la supervivencia de un dialecto leonés, el mirandés, que aún hoy es hablado por algunos vecinos. De las guerras contra los españoles ha quedado la leyenda del Niño Jesús (O Menino), que ayudó a los lugareños a ganar una importante batalla. Ese día, la Virgen del Pilar y el apóstol Santiago en su caballo blanco debieron de pensar que si O Menino ayudaba a los portugueses, ellos debían abandonar a sus protegidos hispanos, que en cuestión de patrocinios bélicos también hay un escalafón.

En Miranda do Douro se repite la malhadada historia de desencuentros entre los portugueses de la Raya y los polvorines. Si en 1659 una explosión del polvorín de Juromenha destruía esta fortaleza situada frente a Olivenza. Y si en 1732 un rayo hacía explotar la pólvora almacenada en el castillo de Campo Maior. En 1762 (según algunos autores en 1767), el polvorín de Miranda también saltaba por los aires y con él, el porvenir de la villa, que al poco fue desposeída de su capitalidad episcopal, comenzando un lento declive que sólo en los últimos años se ha detenido, gracias a la conversión de Miranda en un gran bazar para españoles.

Por la frontera del Duero, llegamos al paso de Fermoselle-Bemposta, donde la mitología repite una leyenda ya oída en Ceclavín y Valencia de Alcántara: el último contrabandista muerto, un muchacho apuesto y valeroso abatido por los disparos de un carabinero celoso.

En la frontera de Fornillos hay un centro de acogida para senderistas de los Arribes del Duero, un territorio escarpado y bellísimo marcado por la hendidura feroz del río. Crece por aquí un alcornocal inmenso, el más importante de la región, que da trabajo cada siete años a varias cuadrillas de corcheros extremeños.

La meseta desciende hasta los 10 metros de altura sobre el mar y deja de ser meseta para convertirse en paraíso microclimático fronterizo. Estamos entre Freixo de Espada-a-Cinta y Saucelle: almendros, pantanos, naranjos, olivos y restos de un antiguo poblado prerromano llamado Espadacinta.

Seguimos buscando el sur: Aldea del Obispo, Vega de Terrón, Vale da Mula y en la frontera de Barca d´Alva el Duero gira en busca del mar y de Oporto, se acaban los Arribes y comienzan los cruceros fluviales. A un paso de aquí se encuentra el primer espacio paleolítico al aire libre del mundo: el valle del Coa.

San Felices de los Gallegos es otro pueblo promiscuo: fue portugués unos siglos, después se hizo castellano y ahí sigue. A él llegó el Divino Morales para pintar el retablo de la iglesia. Tenía semejanzas con el de Arroyo de la Luz, pero un incencio acaecido en 1887 acabó con la obra de arte.

Ese mismo año, esta parte de la Raya vivió el comienzo de su edad dorada con la inauguración de la línea del ferrocarril: entrada natural de Europa en Portugal. La estación principal de la línea era Vilar Formoso, con su edificio de bellos azulejos. Aparecía así la cuarta dualidad fundamental de la Raya: Tuy-Valen§a, Badajoz-Elvas, Ayamonte-Vila Real y Fuentes de Oñoro-Vilar Formoso.

Hoy, el Surexpreso es una centella que cruza por Vilar Formoso al anochecer y al amanecer, la carretera circunvala la villa y la frontera sigue siendo tan pobre y legendaria como antaño.