Me cuentan que un diseñador japonés ha inventado un tostador que podría acabar con los desayunos de galletas o empanadas, ya que permite introducir mensajes manuscritos en la rebanada de pan. Uno teclea lo que quiere en el tostador y posteriormente lo escrito se graba en la tostada. El objetivo del inventor nipón es acabar con el problema de incomunicación que existe entre algunas parejas desde primeras horas del día. Realmente un invento de este tipo solo debe servir para enviarse alagos y cariños escritos, porque para decirse cosas desagradables basta con que le quemes las tostadas a tu pareja, algo que ya lleva implícito muchos mensajes sin necesidad de teclear en el tostador. Yo soy más de tostadas que de empanadas a la hora de desayunar. Me gusta ese ritual de cortar el pan, introducirlo en el tostador y esperar que se dore mientras todo se inunda del olor que desprende la miga al calentarse. Ese aroma suele transportarme a largos viajes de madrugada y en autobús, cuando los vehículos paraban en las estaciones para que los viajeros pudieran desayunar en el bar y encontrar alivio en el aseo. Pero eso era antes. Ahora, además de las tostadas en la cafetería, lo único que se puede encontrar en los baños es una auténtica empanada. Esa manía que les ha dado a algunos por practicar sexo con desconocidos en los aseos no puede traer nada bueno para la comunicación social. Puede que una solución para acabar con este abandono del proceso de socialización sea introducir en los servicios de las estaciones tostadas niponas con mensajes agradables, porque, al fin y al cabo, el problema del cruising es el mismo que tiene la incomunicación en las parejas: se terminan jodiendo sin hablar.