THtay gente que olvida que las lenguas nacieron para comunicarnos. Y que cada palabra responde a una necesidad exacta, resultado de un proceso de creación que duró siglos, y que en nuestro caso se nutre de ecos prerromanos, gritos de legiones y vocablos árabes. Es una lengua hermosa la que hablamos. Cada término se ha cocido a fuego lento y ha pulido sus aristas en la boca de todos, de Berceo a Delibes , de monasterios a fábricas, rodando entre los dientes de personas que, sin saber escribirlo, amaban su pronunciación sobre todas las cosas.

No es una lengua muerta. Crece cada día con las aportaciones hispanoamericanas y se defiende con uñas y dientes del inglés y sus modas absurdas. Pero, ay, que los topos vienen debilitando cimientos. Y no es precisamente el pueblo llano. He escuchado un castellano hermoso a personas que apenas sabían leer, pero tiemblo cada vez que recibo un documento oficial. Legislación vigente en la actualidad, escribe uno. A nivel de persona escolar, manda otro. Contenidos actitudinales y procedimentales que nos adaptizan por nuestra idiosincrasia regional, nacional y supranacional en la Europa de los pueblos. Así, sin anestesia. Panacea universal, unanimidad total, prever con antelación, optimizar al máximo. Y las redundancias, como piedras, van sepultando las palabras, hasta que dejan de significar por puro agotamiento.

Por eso, cuando me preguntan por los mensajes de móvil, siempre contesto lo mismo. Al menos se entienden. No hacen otra cosa que jugar con la lengua, Y se entienden, vuelvo a repetir. Prefiero 1 bso que un abrazo de persona humana. O 1 tq 1 webo. Dónde va a parar.