Son 96 kilómetros de pesadilla, de camiones y más camiones que circulan sobre un asfalto castigado y mal parcheado. El tramo de la carretera N-II entre Fraga (Huesca) y Alfajarín (Zaragoza), el único que queda por desdoblar en todo el eje entre Madrid y Barcelona, ha sido este verano objeto de polémica después de registrar en los siete primeros meses del año hasta nueve víctimas mortales.

La carretera está pendiente de ser convertida en autovía desde 1993, cuando el Ministerio de Obras Públicas de la época la incluyó en el Plan Director de Infraestructuras del Estado. Desde entonces, lo único que se ha hecho es redactar el estudio informativo del desdoblamiento, que ya está a punto de ser enviado a información pública, según confirmó a este diario el secretario de Estado de Infraestructuras del Ministerio de Fomento, Víctor Morlán. El proyecto, sin embargo, ha topado con un escollo: algunos tramos discurren por Lugares de Interés Comunitario, protegidos por la Unión Europea por su valor medioambiental.

La distancia entre Fraga y Alfajarín difícilmente se recorre en menos de hora y media. El límite real de velocidad lo marcan los más de 7.000 vehículos pesados que cada día soporta la carretera. La alternativa: desviarse por la autopista AP-2, que discurre casi paralela pero que aplica un peaje de 8,60 euros.

"El 90% de los turismos que pasan por aquí lo hacen porque el conductor se ha despistado", afirma Jesús, el encargado de la estación de servicio La Cruzanzana, en Candasnos (Huesca).

Bajo la sombra de uno de los toros negros de Osborne --uno de los varios que jalonan el paisaje de esta N-II--, el gasolinero avisa de que la señalización de la carretera es, a la altura de Fraga, "muy traicionera". "Si la gente no sabe de antemano que la autovía A-2 se convierte de repente en una carretera convencional, de las de dos carriles, se encuentra atrapado en una ratonera", señala el empleado. El único modo de eludirla es avanzar hasta Bujaraloz, es decir, recorrer casi 45 kilómetros sin un solo carril de adelantamiento, para entrar en la AP-2.

ALTA SINIESTRALIDAD La cuestión, explican quienes recorren esta N-II con cierta frecuencia, "es armarse de paciencia, no desesperarte cuando ves que los adelantamientos son inútiles, porque, una vez superado un camión, te encuentras con otro, y luego, con otro, y aún con uno más". El paisaje desértico de los Monegros no contribuye más que a aumentar la sensación de impotencia del conductor.

Y lo peor: este eje entre Fraga y Alfajarín tiene el dudoso honor de ser la carretera española donde se registra un mayor número de colisiones frontales, según un estudio reciente del Real Automóvil Club de España (RACE). Solo desde principios de este 2008, han perdido la vida en ella nueve personas. Las tres últimas, miembros de una misma familia, fallecieron en un aparatoso choque cerca de Fraga el 27 de julio pasado. En concreto, el subtramo entre la ronda norte de la ciudad de Zaragoza y la localidad de Bujaraloz está considerado como el segundo más peligroso de España por el número de accidentes mortales en que se ven implicados camiones. La media de siniestros es de 8,3 cada año, según otros estudios.

Políticos, ayuntamientos y asociaciones empresariales de Huesca y Zaragoza exigen que, al menos, se levanten las barreras de la autopista de peaje para que los camiones circulen por ella mientras se construye la nueva vía rápida. El Gobierno de Aragón ya ha calculado que la liberalización de la AP-2 costará unos 20 millones de euros al año.