TEtl jueves pasado se presentó en Badajoz la primera novela de Enriqueta de la Cruz , El Testamento de la Liga Santa , una novela que se atreve a gritar lo que otros intentan mantener para siempre en el silencio. Una novela que lucha contra la mentira que supone el hecho de callar la verdad, esa enorme mentira que intenta tapar una parte de la historia, como si nunca hubiera ocurrido.

Desde mi punto de vista, el mérito de esta novela, que busca la cara y la cruz de una realidad que todavía está aplastada por el silencio, se centra en atreverse a denunciar ese pacto del que algunos hablan, pero del que muy pocos saben, la manipulación de que nos hurten una parte de la historia, la dificultad de construir el futuro, cuando nos faltan muchas claves del pasado.

El Testamento de la Liga Santa , no es sólo una novela, es una forma de gritar que no. Un ejercicio de reconstrucción de una época histórica donde existen infinidad de lagunas, un foco que ilumina puntos oscuros del pasado, especialmente, el de la transición española, donde el silencio pareció ser la única alternativa de reconciliación política.

Pero hay silencios que se imponen como losas. Silencios que se arrastran más allá de un tiempo razonable, que se acumulan en capas sucesivas para cerrar cualquier intento de desvelar lo que esconden. Silencios que envenenan. Silencios que traicionan.

Enriqueta de la Cruz, con su novela, ha conseguido que esas capas comiencen a levantarse. Ojalá que seamos capaces de ver lo que hay debajo, sin miedo y sin rencor, pero levantando la voz.