Las personas que están a la espera de recibir un trasplante de hígado porque sufren una cirrosis grave pierden agilidad mental, memoria y capacidad de concentración. Este deterioro, atribuido a la intoxicación que causa la incapacidad del hígado para eliminar las toxinas, disminuye de forma importante una vez reciben un órgano sano en trasplante. Así lo han constatado hepatólogos del Hospital de Vall d´ Hebron, de Barcelona, que han estudiado durante 10 años a 22 enfermos que accedieron a un trasplante de hígado cuando tenían unos 55 años.

Esta investigación, que publica la revisa Nature Gastroenterology & Hepatoogy , ha comprobado, no obstante, que la mejoría inicial de la memoria experimentada tras el trasplante no impide que, a medio plazo, sufran envejecimiento cerebral prematuro. Este segundo fenómeno es consecuencia de las secuelas de los fármacos inmunosupresores que deben tomar los trasplantados. Tales secuelas --hipertensión, diabetes y exceso de colesterol--, apenas se han tomado en cuenta hasta ahora, indicó ayer el doctor Juan Córdoba, hepatólogo y coautor del estudio.

El estudio constata que el cerebro de uno de cada cuatro trasplantados había empequeñecido, un fenómeno propio de las personas mayores de 75 años.