Las señoras de Aldeanueva del Camino suspiran por el tren Martero . Aún hoy, pasean cada martes al atardecer hasta la estación esperando un milagro: aquel pitido, aquel rezongar de la vieja locomotora, las viajeras que regresaban del mercado placentino de los martes cargadas de retales y detalles. En el valle del Ambroz no se olvida el ferrocarril. "La autovía está bien, pero el tren era otra cosa", aseguran las señoras con nostalgia.

Ha bastado que el Gobierno de Rodríguez Zapatero hable de un Plan del Oeste para que una ilusión incontenida sacuda la espina dorsal del valle: Baños, Hervás, Aldeanueva, Casas del Monte, Villar de Plasencia, Oliva-Almendral, Plasencia... Estaciones de una línea ferroviaria que se cerró hace ya casi 20 años, pero que ahora, según los planes gubernamentales, podría reabrirse entre Astorga y Béjar. Partidos y asociaciones se unen para pedir que el tren continúe hasta Plasencia y en el Ambroz renace la esperanza: el tren Martero podría volver a circular... Y el Ter Ruta de la Plata, y el exprés de Bilbao, y el correo de Salamanca...

FUERZAS VIVAS En 1863, cuando las fuerzas vivas de la provincia de Cáceres supieron que Badajoz ganaba la partida y que la línea Madrid-Lisboa iría por Ciudad Real, apostaron por un nuevo proyecto: el ferrocarril del Oeste, entre Mérida y Medina del Campo. La línea acabó demorándose 30 años y no se inició hasta finales de 1894. Eso sí, en 18 meses se tendieron 275 kilómetros entre Plasencia y Astorga y en 1896, el ministro de Fomento Aureliano Linares Rivas inauguraba el tren de la Vía de la Plata.

En sus 90 años de historia, ninguno tan activo como el de 1938, cuando circulaban por Plasencia 26 trenes diarios. A partir de los 70, la línea fue decayendo, aunque un domingo como hoy de hace 20 años, aún se detenían en la estación placentina ocho convoyes de viajeros que rodaban sobre los raíles de la Plata . El primero, a las 7.04 horas, era el ferrobús que iba a Salamanca. Después pasaban el rápido de Bilbao, el TER de Gijón, el Correo de Salamanca a Madrid y Cáceres... Así hasta el último ferrobús, que llegaba a las 23.19 horas.

En 1985, se ponía en marcha el Plan de Cierre de Líneas Altamente Deficitarias y comenzaba la decadencia del tren del Ambroz. Aún circularon durante tres años los vagones con mercancías, pero como recuerda el placentino Movimiento Social por la Universidad: "Era un esperpento: se tenía que parar el tren en los pasos a nivel, descender los trabajadores de Renfe, bajar las barreras y volver a ponerlo en marcha".

La estación de Plasencia perdió vida hasta llegar a una cifra ridícula de viajeros: unos 40.000 al año. Pero al menos, tiene vida. En las demás estaciones de la línea ni hay vida ni hay esperanza, al menos hasta hace un mes. Visitarlas es un ejercicio tan lírico como descorazonador, un pretexto para recuperar sonetos ferroviarios de Neruda, para detenerse en los andenes, entre hierbas silvestres, zarzas y cristales rotos, a leer cuentos de trenes de Cortázar o Llamazares.

La estación de Villar de Plasencia se dedica a almacén de piscinas, la de Aldeanueva del Camino es un chalé particular y sólo al llegar a Hervás el presente lucha de tú a tú con la nostalgia. En lo alto de la villa, la antigua estación se ha convertido en un centro de interpretación del ferrocarril dentro del proyecto Alba Plata de la consejería de Cultura. Al lado, el antiguo almacén de Renfe es desde abril un precioso albergue turístico decorado con gusto y amueblado con criterio.

Carlos García Díaz es su propietario. Pretende traer vagones de mercancía para instalar talleres de cerámica y ciclorraíles para circular pedaleando por las vías hasta la estación de Baños. Ha conservado las cubiertas, las cerchas y las contraventanas del viejo almacén y en el salón de té se disfruta de unas vistas que hacen evocar aquella novela de Simenon: El hombre que miraba pasar los trenes .

La última estación extremeña de la línea del Oeste es Baños de Montemayor. Enclavada en la ladera de un monte, domina el valle con autoridad ferroviaria. Hoy pertenece al ayuntamiento y en el jardín se ha instalado un agradable merendero que se asoma al pueblo y a media provincia de Cáceres. Hay una fuente muy alegre y de pronto, como en el cuento de Torrente Ballester Una mujer que huye por los túneles , aparecen Loli, Elena y 40 jóvenes. Son profesoras en Badajoz y utilizan la vía para hacer senderismo con sus alumnos. Acaban de salir de un túnel de 265 metros. Dicen que algún día, quizás pronto, por ese túnel volverá a pasar el tren Martero .