Amarga espera. Los familiares de los afectados por la explosión de gas de Gavá continúan su deambular por los pasillos del Hospital de Vall d´Hebron mientras otros ya han emprendido su regreso a Andalucía y Levante, tras varios días de acampada en el hospital. Ayer, tres de los 12 ingresados se debatían entre la vida y la muerte.

El hospital confirmó que una niña de 10 años, hija de un matrimonio ya fallecido (su madre fue enterrada ayer al mediodía) y otros dos jóvenes se encontraban en una situación de extrema gravedad. El resto de los heridos se encuentran estables dentro de su situación: ocho muy graves y seis graves.

Ayer al mediodía, los familiares y amigos de la quinta víctima mortal del siniestro, Antonia F., de 40 años, asistieron a su velatorio, al que también acudieron el president de la Generalitat en funciones, Joan Saura; la consellera de Salut, Marina Geli; la consejera de Gobernación de la Junta de Andalucía, Clara Aguilera, y los alcaldes de Gavà, Joaquim Balsera, y de Benalúa de Guadix --de donde provienen muchas de las víctimas--, Juan Hidalgo.

El esposo de la mujer, Torcuato F., y su suegra, Ana María F., ya habían sido enterrados antes.

En medio del duelo, los médicos han avisado de que hay que aguardar la evolución de los pacientes.

"Mañana nos dirán algo. Si la piel comienza a regenerarse por sí sola nos habrá tocado la lotería. Si no, tendrán que quitarle piel de otras zonas para ponérsela en las partes quemadas", explicaba ayer el padre de uno de los niños ingresados.

De las 17 víctimas, seis son menores. Los médicos han dejado que los familiares más cercanos los vean, un permiso inusual en la unidad de cuidados intensivos.

"Cuando nos escucha llegar, la niña se asusta porque piensa que es una enfermera. La pobre le tiene miedo a las enfermeras", comentaba una familiar de una pequeña.