El riesgo que corrieron los sanitarios que atendieron en el Hospital Carlos III a los dos misioneros repatriados por ébola fue aún más grave de lo que se había denunciado. Según una investigación del Consejo General de Enfermería se registraron hasta una decena de fallos tanto en el material como en la formación y en los protocolos que los pusieron en peligro de contagio. En el caso más extremo, al menos tres enfermeros entraron a cuidar a los infectados sin ni una sola instrucción previa. Ni teórica ni práctica. Tuvieron que apañarse con los consejos que les dieron sus compañeros a las puertas de la habitación.

A uno de estos tres le dieron la noticia nada más incorporarse tras las vacaciones en el turno de noche. "Te toca la planta sexta", donde están las habitaciones de aislamiento, le dijeron sin más. El caso de dos celadores que participaron en "la preparación" de uno de los cadáveres es también llamativo. "Nunca habían estado en la unidad" de aislamiento "ni habían recibido formación previa y no habían tenido la oportunidad de ponerse y retirarse el traje anteriormente".

Las enfermeras encargadas de los restos mortales tampoco recibieron instrucciones. Tuvieron que pedírselas a la funeraria. Y otros cuatro enfermeros, al menos, reconocen que tampoco habían llegado a enfundarse el traje de protección antes de meterse en faena.

Parece menos extraño después de oír este relato que una sanitaria se infectara. El presidente de los enfermeros, Máximo González Jurado, que ayer presentó el informe, afirmó que fueron tantos los riesgos a los que se expusieron los sanitarios sin que se "tomaran las medidas adecuadas" para minimizarlos, "que nunca se va a poder saber la causa" del contagio de Teresa.