Tachados de "locura" por la Eurocámara en el 2008; reactivados tras el fallido intento de atentado del 25 de diciembre del pasado año --en el que un terrorista fue descubierto cuando intentaba detonar un explosivo que había logrado colar en un avión con rumbo a Detroit--; ya utilizados de forma provisional en EEUU, Francia y el Reino Unido, y criticados por algunos expertos en seguridad y activistas de la privacidad, los escáneres que desnudan están ahora más cerca que nunca de llegar a los aeropuertos de Europa. La Comisión Europea acaba de publicar su esperado informe sobre el asunto: el organismo no pone demasiados reparos en los perjuicios que estos dispositivos podrían causar en la intimidad y la salud de los viajeros.

El documento destaca que este método "ofrece una verdadera posibilidad de reforzar la seguridad de los pasajeros". La Comisión está a favor de un enfoque idéntico a lo largo de la UE para asegurar que "allá donde los estados miembros decidan utilizar estos escáneres, su despliegue y puesta en práctica se base en estándares comunes".

Lo que significa, en resumen, que la utilización de los dispositivos sea igual en todo el territorio comunitario y que se respeten los derechos fundamentales y la normativa sanitaria.

Ahora la pelota está en el campo de los estados miembros, cuyos ministros de Transporte se reunirán el próximo 24 de junio.