Europa sigue acorralando en su esquina a la compañía Google. A las investigaciones abiertas por la Comisión Europea (CE), tras las lamentaciones económicas de tres competidores que acusan a la empresa estadounidense de monopolio y de abusar de su posición dominante, ahora se añade un nuevo asalto.

La Unión Europea planea regular el empleo de imágenes en Street View, el popular servicio hipercartográfico que ofrece recorridos a pie de calle por más de 100 ciudades, disponible en España desde finales del 2008. Google ya se había comprometido a difuminar los rostros y las matrículas de los coches, aunque en España, y a diferencia de países como Alemania, se queda con el material original. No ha sido suficiente.

Los consultores sobre intimidad de la Unión Europea solicitaron ayer a la empresa presidida por Eric Schmidt que sustituya las imágenes cada seis meses, y no cada año, como sucede actualmente, plazo que la compañía considera suficiente. La Agencia Europea de Protección de Datos también opina que el gigante de internet debe avisar con antelación mediante anuncios en la prensa local antes de lanzar sus coches a las calles. Google respondió que ya alerta en su web de los lugares adonde envía sus cámaras.

Street View fue lanzado en Estados Unidos en el 2007 sin grandes contratiempos legales, pero en Europa la implantación se ha ralentizado por las inquietudes de diversos países europeos, con Alemania a la cabeza.

Esta misma semana, Google presentó en Berlín la versión alemana de su callejero visual y el director del departamento jurídico de Google, Arnd Haller, recalcó que el servicio cumple una serie de condiciones impuestas por las oficinas de protección de datos. Así, los ciudadanos retratados en alguna instantánea callejera pueden impedir su publicación, si así lo solicitan.

Tampoco es suficiente para algunos políticos alemanes, que ven en Street View una especie de Gran Hermano. La ministra de Protección del Consumidor, Ilse Aigner, atacó al servicio y apostó por que sean los vecinos los que decidan tras ser consultados si se graba, y que sea Google la que tenga la obligación de conseguir esos permisos.

Grecia ordenó el año pasado detener los planes del gigante informático de fotografiar sus calles hasta conseguir mejores garantías de la preservación de la intimidad de sus ciudadanos, y los residentes de Broughton (sur de Inglaterra) formaron una cadena humana para impedir que el coche de Google y sus cámaras inspeccionaran los entresijos del vecindario.